Entrenado para sufrir bien

Publicado el 25 de noviembre de 2023, 6:38

En Job 1:1-7 vemos el ejemplo de la verdadera buena vida en Job. No era perfecto, pero sí era un hombre intachable y digno de imitar. Era conocido por todo el mundo por sus riquezas, pero también por ser un creyente devoto e íntegro. Job 1:8-12 relata la conversación entre Dios y Satanás que desata una serie de miserias en la vida de Job. Dios sabe que Satanás es terrible: Él lo conoce mejor que nadie. Sin embargo, Dios le dice a Satanás, “Te has fijado en mi siervo Job…”.

Nuestro gozo y nuestro sufrimiento es un regalo de Dios, aun cuando no podamos entenderlo. En nuestro sufrimiento, no hacemos nada mirando a Satanás; ni él ni nadie puede hablar hasta que Dios no diga nada. Satanás le dice a Dios que Job era fiel porque Él siempre lo bendecía materialmente. Satanás estaba diciendo que lo que Dios da es más importante que lo que Dios es y que Él no es tan glorioso como dice ser… pero, siempre la gloria de Dios debe ser más importante que nuestra comodidad, Job 1:13-19 nos demuestra que el único lugar donde podemos estar verdaderamente cómodos y contentos es en el medio de la voluntad de Dios, ¡aun en el sufrimiento! En una sola tarde, Job pasó de ser el hombre más dichoso del mundo a ser el hombre más desdichado; de tenerlo todo a perderlo todo, y no había nadie a quien culpar.

Job no podía pensar en algo que haya causado tanto sufrimiento (eso debiera provocar en nosotros humildad y gracia para con los que sufren). Al final, no necesitamos conocer por qué sufrimos si nosotros conocemos a aquel que nos sostiene en medio del sufrimiento. En los versículos 20-22 vemos cómo reaccionaría un creyente intachable en medio del sufrimiento: adoración. Imagínate la sonrisa en el rostro de Dios cuando Satanás, sus demonios y los ángeles también pudieron conocer el corazón de Job… él “se levantó” en silencio, rasgó su manto y rasuró su cabeza, mostrando el duelo y el dolor que sentía y luego se “postró en tierra” sin perder su compostura, derramó su alma en adoración. Job ya ha sufrido suficiente, pero este no es el final.

En el capítulo 2 vemos que Dios hiere a Job “con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla”. Es difícil de imaginárselo, pero los métodos de Dios no son las nuestros; Dios no había terminado ni con Job, ni Satanás y ni con nosotros... Él quería que no hubiera ni un rastro de dudas de cuán glorioso Él es, y de cuán enamorado y sometido estaba Job a Su majestad. No es fácil resistir; lo vemos en Job 2:9-10 la mujer de Job sobrevivió la primera prueba. Pero en esta segunda, al ver que todavía no había terminado y que Dios seguía callado, ella no soportó más. A todo el dolor que ya sentía Job, ahora tenía que añadírsele una mujer hablando con insensatez…  Si Job no hubiera sufrido, no supiéramos de él. Tu sufrimiento no se trata de ti; a través del fuego que pases, Dios te está preparando para usarte para sanar a otros. En Job vemos que es posible sufrir trayendo gloria a Dios. Pero en Cristo Jesús nosotros vemos un Dios que sufre por nosotros, trayendo salvación a Su pueblo.

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