¿Soy bienaventurado?

Publicado el 5 de diciembre de 2023, 6:54

Cuán bienaventurado es el hombre que…” Salmo 1:1a (NBLA)

A través del Salmo 1 nos es ofrecida una visión amplia de la vida bienaventurada mediante un contraste, no es complicado aplicarlo a nuestras vidas: nos deleitamos en los caminos de los malvados o en la ley del Señor (v. 1-2); somos arrastrados como paja o estamos firmemente arraigados (v. 3-4); nos quemamos en el juicio o nos mantenemos confiadamente junto a la congregación (v. 5-6). El salmista detalla estos contrastes para mostrarnos una progresión: tu deleite influye sobre tus raíces, lo que a su vez influye en tu estabilidad en el día final.  El Salmo 1 nos dice que los malvados están construyendo sobre fundamentos irregulares. Esperan resultados constantes, pero trabajan desde un fundamento defectuoso. Pero, deleitarse en la ley del Señor es edificar sobre una roca firme. El cimiento sobre el que se asienta el deleite determina la dirección de la estructura que sostiene, el salmista está diciendo que la dirección de tu vida será errónea si tu deleite fundamental está en cualquier lugar que no sea Dios.  

El Salmo 1 también es una advertencia contra la definición de bienaventuranza de nuestro mundo. Un árbol está vivo incluso cuando no da frutos, porque no se marchita ni se seca (v. 3). Del mismo modo, una vida bienaventurada no siempre se define por la fructificación visible, sino por la fidelidad íntima. El fruto del Espíritu siempre será visible en la vida de un creyente (Gálatas 5:22-23), pero esa no es la bendición y prosperidad que este mundo valora. El mundo valora los resultados. Tal vez has comprado la mentira del mundo y has permitido que esa mentira drene todo el gozo de la salvación de tu vida, es posible que aun a pesar de ser creyente tengamos épocas duras, que golpeen con ímpetu nuestras vidas… puedes evitar marchitarte deleitándote en el Dios que está contigo, meditando en Su palabra (v. 2). Es en esas estaciones donde demuestras no solo que confías en el Señor, sino que tu confianza es el Señor (Jeremías 17:7). Durante los días difíciles, recoge fielmente el agua de la Palabra de Dios y deja que obre en tu interior (1 Tesalonicenses 2:13).

En la Biblia, la presencia de Dios se manifiesta a menudo en el fuego: la sarza ardiente, la columna de fuego en el desierto… pero el autor de Hebreos describe a Dios como un «fuego consumidor» (Hebreos 12:29). ¿Sabes qué no puede soportar el fuego ni siquiera un segundo? La paja seca o el tamo. La madera muerta y la hierba seca son quemadas en un instante por las llamas. En el juicio, los malvados no podrán estar en la presencia de Dios sin ser quemados. Los malvados caerán en el juicio, y los bienaventurados de Dios se mantendrán en pie. ¿Cómo? Deleitándose en Aquel que fue arrojado y consumido por las llamas por nosotros. Aquel que fue quemado como paja malvada para que pudiéramos estar arraigados en Su justicia. Se sentó en nuestra maldición para que pudiéramos tener la confianza de sentarnos en Su bendición. Y en eso consiste el gozo en la salvación que mantiene firme y hace bienaventurado al creyente… no que no tengamos tribulaciones, es que a pesar de todas ellas somos como árbol plantado junto a corrientes de agua.

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