
“Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” Marcos 8:34
Cuando Jesús nos llama a negarnos a nosotros mismos y a cargar nuestra cruz, está reclamando autoridad. Seguir a Cristo significa rendirle nuestra lealtad y renunciar a uno mismo. Significa darle lealtad desde lo más profundo de nuestro ser. Pero, ¿qué significa el llamado de Jesús para nuestras vidas?
En primer lugar, negarse a uno mismo no es solo una práctica que se lleva a cabo de vez en cuando. No se nos llama a levantar ocasionalmente una cruz, sino a una forma de vida. A menudo hablamos de si «pagaríamos el precio» del discipulado. Pero la verdadera cuestión no es el costo de seguir a Jesús, sino nuestra disposición a seguirle sin importar el costo. Ya no se debe enfatizar si el costo es alto o no, sino que toda la vida debe ser entregada a Él.
En segundo lugar, un entendimiento correcto de nosotros mismos es necesario para el discipulado. Si negarse a uno mismo y cargar la cruz son realmente llamados a rendir nuestro ser, entonces no solo debemos estar presentes, sino que debemos conocernos y examinarnos bien. ¿Cómo podemos rendir lo que no identificamos? ¿Cómo podemos entregar lo que desconocemos? Pasar tiempo examinando nuestros corazones y reflexionando sobre nuestros motivos, deseos y pecados, no solo es permisible en el discipulado, sino que es necesario.
En tercer lugar, todo discipulado es radical. El lenguaje aparentemente duro del llamado de Jesús pretende dejar esto claro. No hay medias tintas cuando se trata de seguir a Cristo. Es todo o nada. Por definición, no es un pasatiempo, sino una lealtad total y completa a Él en cada rincón del corazón. Cristo nos llama a una lealtad exclusiva y a una sumisión total. Aunque el llamado es radical e integral, negarse a uno mismo y cargar la cruz no erradica ni reprime lo que somos. Más bien, el Espíritu Santo actúa a través de ello, restaurando la imagen de Dios en nosotros a medida que crecemos en la semejanza de Cristo y cumplimos más plenamente el propósito por el que fuimos creados... multitudes se agolpaban alrededor de Cristo considerando sólo lo que podían obtener de Él y sin ningun deseo de comprometerse con Su causa igual que hoy en día, multitudes que dicen amarlo pero que sólo estan dispuestas a negarse a sí mismos mientras obtienen lo que quieren y despues echan a un lado la cruz para seguir viviendo como les place... eso no es ser Su discipulo, un discipulo no vuelve a tomar las redes, no vuelve a vivir para sí mismo.
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