Queramos o no: dejaremos huellas

Publicado el 10 de diciembre de 2023, 6:02

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:13-16)

En el contexto de este pasaje, versículos atrás encontramos al Señor Jesucristo enunciando las bienaventuranzas, posterior a esa descripción de los ciudadanos del Reino de los cielos el Señor entonces nos dice que el cristiano que vive según las Bienaventuranzas va a influir en el mundo como sal y luz. En todo lo que una persona hace y que una persona es, o no es, la suma total de nuestro carácter, consciente o no, afecta a otras personas.

¿Qué mensaje dejas al mundo? Cuando pasas por allí, ¿qué estás diciendo? Hace años, Elihu Burritt escribió esto: Ningún ser humano puede venir a este mundo sin aumentar o disminuir la suma total de la felicidad humana, no sólo de la presente, sino de cada época posterior de la humanidad. Nadie puede desprenderse de esta conexión. No hay ningún lugar secuestrado en el universo, ningún nicho oscuro a lo largo del disco de la no existencia, al que pueda retirarse de sus relaciones con los demás, donde pueda retirar la influencia de su existencia sobre el destino moral del mundo. En todas partes se sentirá su presencia o su ausencia. En todas partes tendrá compañeros, que serán mejores o peores por su influencia.

Aquí, en este lado de la eternidad estamos formando caracteres para la eternidad. ¡Formando caracteres! ¿De quién? ¿De los nuestros o de los ajenos? De ambos; y en ese hecho trascendental residen el peligro y la responsabilidad de nuestra existencia. ¿Quién es suficiente para pensarlo? muchos de mis semejantes entrarán cada año, y hasta el fin de los años, en la eternidad con caracteres diferentes de los que habrían llevado si yo no hubiera vivido. Esto es precisamente lo que Jesús está enseñando en Mateo 5:13-16. Está hablando de la influencia. Está hablando de cómo tú y yo afectamos al mundo. Nuestro Señor nos está llamando a influir en el mundo en el que vivimos, al igual que Él estaba influyendo en aquellos discípulos reunidos con Él mientras predicaba a la multitud. Seamos conscientes o no dejaremos una huella que afectará a otras personas, esa capacidad en las manos del Señor y a Su servicio será una bendición como lo es la sal y como lo es la luz… pero sin Cristo, sin Cristo aun nuestros mejores esfuerzos por bendecir serán inútiles, no porque seamos menos capaces, sino porque no le tenemos a Él, Él es la esencia que todo lo embellece y que todo bendice. Queramos o no: dejaremos huellas, cuidémonos de hacerlo sin Cristo.

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