La fe que libra de la ira venidera

Publicado el 19 de diciembre de 2023, 6:22

Las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12) revelan el carácter de la verdadera fe. Estos rasgos -pobreza de espíritu, hambre y sed de justicia, pureza de corazón, etc.- no son una norma legal inalcanzable, son características comunes a todos los que han creído. La primera de las Bienaventuranzas no deja dudas sobre quién está hablando el Señor: “Bienaventurados los pobres en espírituporque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Está describiendo a los redimidos, a los que han creído, a los que forman parte del reino.

Su característica fundamental es la humildad, una pobreza de espíritu, un quebrantamiento que reconoce la bancarrota espiritual. Los verdaderos creyentes se ven a sí mismos como pecadores; saben que no tienen nada que ofrecer a Dios que compre Su favor. Por eso se lamentan (Mateo 5:4) con la pena que acompaña al verdadero arrepentimiento. Aplasta al creyente en la mansedumbre (Mateo 5:5). Tiene hambre y sed de justicia (Mateo 5:6). A medida que el Señor satisface esa hambre, hace que el creyente sea misericordioso (Mateo 5:7), puro de corazón (Mateo 5:6) y un pacificador (Mateo 5:9). El creyente es finalmente perseguido por causa de la justicia (Mateo 5:10). Esa es la descripción de Jesús del creyente genuino. Cada una de las características que nombra, empezando con humildad y llegando a la obediencia, es una consecuencia de la verdadera fe… cabe resaltar que la obediencia de la fe es más que externa: surge del corazón. Esa es una de las razones por las que su justicia es mayor que la de los escribas y fariseos (Mateo 5:20).  Una obediencia no sólo a la letra de la ley, sino también al espíritu de la ley (Mateo 5:21-48). Esta clase de justicia no se limita a evitar los actos de adulterio, sino que llega a evitar los pensamientos adúlteros (Mateo 5:27-28). Evita el odio al igual que el asesinato (Mateo 5:21-22). Como vemos, el estándar de Dios es más alto de lo que podemos alcanzar, son las características de una vida sobrenatural. Son imposibles aparte de la fe, y es imposible que alguien con verdadera fe carezca totalmente de estas características que son comunes a todos en el reino (Mateo 5:3).

La fe obedece, la incredulidad se rebela. La dirección de la vida de uno debe revela si somos creyentes o incrédulos, no hay término medio. Conocer y afirmar los hechos sin obedecer a la verdad, no es creer en el sentido bíblico. Muchos se aferran al hecho de haber repetido una oración, pero carecen de cualquier evidencia de la fe (no hay fruto), esto es un asunto delicado: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). No es fe contra incredulidad, sino fe contra desobediencia. La iglesia de hoy está llena de gente que dice creer en Cristo, pero sino no lo dijeran con palabras nunca lo sabrías con sólo mirar sus vidas. El pueblo de Dios necesita mantener el estándar bíblico de lo que hace la fe que salva en la conducta del creyente para el mundo que lo observa. Por la gracia de Dios hemos sido salvados, y por Su plan soberano hemos sido apartados para vivir vidas de obediencia que testifiquen Su obra salvadoraEsa es la fe salvadora.

Valoración: 5 estrellas
3 votos

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios