
“Por tanto, buena es la sal, pero si también la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonada? No es útil ni para la tierra ni para el muladar; la arrojan fuera” Lucas 14:34-35a
Cuando Jesús hizo esta afirmación “Por tanto, buena es la sal” todo el mundo podía entenderlo, todos podían estar de acuerdo con esto. La sal es buena porque es útil para la vida humana: La sal preserva la carne de la putrefacción, la sal le da sabor a la comida que de otra manera sería insípida, la sal limpia lo que es impuro, la sal posee incluso propiedades médicas que curan una herida abierta… Un discípulo, dijo Jesús, es semejante a la sal: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mat. 5:13). Todos los seguidores de Cristo son la sal de la tierra. Con su presencia en la sociedad, deben ejercer una influencia moral sobre el mundo, retardar la pecaminosa corrupción del mundo... el impacto penetrante de la santidad personal de un discipulo debe ser una fuerza preventiva en su entorno. Los discípulos no son el azúcar de la tierra, pero como la sal, deben picar las heridas crudas de la inmoralidad del mundo, produciendo un efecto limpiador sobre quienes nos rodeen. Cada uno de estos aspectos santificadores debe ser producido en las vidas de aquellos que siguen a Cristo.
Jesús esta declaración inicial con una dura advertencia: “pero si también la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonada?” esto indica que no toda la sal es genuina. Con esta metáfora, el Señor estaba contrastando entre un discípulo verdadero y uno falso. Este último tipo de seguidor meramente tiene una fachada externa de ser un discípulo genuino, pero en realidad no lo es, internamente esta desprovisto de la autenticidad de un verdadero seguidor de Cristo. La sal insípida, dijo Jesús, no sirve para nada, tampoco los discípulos no comprometidos. Los que están en la multitud con el corazón dividido son como una sal falsa, no estan comprometidos con Cristo. En consecuencia, no tienen ninguna influencia moral, no sirven para detener la influencia corruptora del mal en el mundo, no agregan ningún sabor a la vida de los demás… simplemente son como sal insípida. Aunque dan la apariencia exterior de ser un verdadero discípulo, en realidad no lo son, su compromiso superficial traiciona la lealtad incondicional a Cristo.
Jesús entonces pregunta acerca de la sal insípida: “¿con qué será sazonada?” con nada, este tipo de sal no sirve para nada. Muchos entre la multitud parecían ser sal, pero éstos no se convirtieron genuinamente a Él. Parecían espirituales mientras se mezclaban con esta multitud religiosa. Pero, con una multitud diferente, su verdadera naturaleza se revelaba. Jesús sigue diciendo: “No es útil ni para la tierra ni para el muladar” Estaba afirmando que la sal insípida no sirve para nada, completamente inútiles para Dios y sus propósitos. Estas palabras de Jesucristo son un serio llamado a la auto-examen. Una vida no examinada es una vida peligrosa de vivir, muchos en la multitud religiosa de hoy no son verdaderos seguidores de Cristo. Pablo escribe: “Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos.” (2 Corintios 13:5). Multitudes incalculables profesan fe en Jesús, pero no lo conocen verdaderamente. Muchos están en la iglesia, pero no están en Cristo. ¿Podría ser esto cierto de ti? ¿estás aferrándote a una experiencia de conversión vacía que no es genuina? “Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca” (Isaías 55:6). Este es el tiempo para que busques al Señor, Él está cerca. Hay gracia salvadora esperándote en Él y Él te recibirá.
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