Apunta alto, para llegar lejos

Publicado el 9 de enero de 2024, 4:02

Nuestro mayor temor no debería ser el fracaso, sino el éxito en las cosas que realmente no importan” Esta frase ha sido atribuida a D. L. Moody un evangelista del siglo XIX y que en días como los que estamos viviendo al inicio de un nuevo año en que arrancamos con tantas resoluciones deberíamos considerar seriamente: bajar de peso, estudiar inglés, adquirir una propiedad… etc., ninguna de estas cosas son malas, sin embargo, a pesar de lo buenas o inofensivas que pueden ser muchas resoluciones como las que mencionamos, podemos estar seguros de algo: no son la resolución más importante que podemos hacer. “Una cosa he pedido al SEÑOR, y esa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y para meditar en Su templo” (Salmo 27:4) ¿Por qué no hacer de esta resolución nuestra mayor resolución para el año nuevo?

Tan solo piensa por un momento: ¿Cómo serían nuestras vidas si conociéramos más a Dios? ¿Si en medio de las dificultades pudiéramos confiar más en Él luego de conocerlo más en Su presencia? ¿Si nos gozamos en Él de tal forma que podamos vivir con más gratitud? ¿Si estamos satisfechos en Él de tal forma que podamos amar más a las personas a nuestro alrededor y necesitarlas menos? Dice el Catecismo de Westminster que el propósito del ser humano, es disfrutar de Dios y gozar de Él por siempre. Vivir para dar prioridad a otro propósito sería conformarnos con algo infinitamente inferior a lo que Dios realmente nos llama. Jamás seremos felices si no vivimos satisfechos en Dios y caminando en adoración a Él. Agustín de Hipona lo escribió así: “Fuimos hechos para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”. O como también enseñó Jonathan Edwards: «Dios es el bien supremo de la criatura razonable. Disfrutar de Él es nuestra propia felicidad, y es la única felicidad con la que nuestras almas pueden estar satisfechas

Ahora bien, no podemos disfrutar de un Dios al que no conocemos. No podemos amar a Dios y descansar en Él, como nuestros corazones necesitan hacerlo, si nos distraemos de darle nuestra atención. Tampoco podemos atesorar a Dios si nos conformamos con lo que otros nos dicen sobre Él —en libros, conversaciones, redes sociales, e incluso en la iglesia— en vez de conocerlo de manera personal e íntima. Buscar este conocimiento de Dios lo cambia todo en nuestras vidas porque nos cambia a nosotros (2 Corintios 3:18). No hay resolución más necesaria que la de conocer a Dios. Buscar conocer más a Dios en intimidad requiere ser intencionales para vencer las distracciones, que compiten por nuestra atención… incluso ese contenido cristiano edificante  puede ser una trampa cuando lo priorizamos más que la intimidad con Dios a través de Su palabra. Necesitamos entender que aunque muchos recursos cristianos en nuestros días pueden ser útiles para nuestro crecimiento espiritual (libros, videos, podcasts, artículos como este, etc) ninguno importa tanto como escuchar a Dios hablando a nuestras vidas cuando estamos a solas con Él, frente a nuestra Biblia y en oración. Él quiere que escuchemos de cerca Su voz, no que nos conformemos con ecos de ella en Internet y a nuestro alrededor.

Con esto en mente, te animo a ser intencional en buscar vivir este año enfocado para lo eterno en medio de tantas otras metas que puedas perseguir. Sin duda, debería causarnos temor ser exitosos en nuestras resoluciones de año nuevo y fracasar en crecer en el conocimiento del Dios que satisface nuestras vidas.

Valoración: 4.25 estrellas
4 votos

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios