Obligados por Su amor

Publicado el 12 de enero de 2024, 6:22

Muchas personas piensan que cada quien debe vivir su vida como mejor le parezca, siempre y cuando no le hagan mal a nadie, cada quien es libre de vivir como quiera y debemos aceptar a la gente tal como es y dejarlas vivir su propia vida. Pero el apóstol Pablo tiene una opinión diferente en cuanto a la responsabilidad de un creyente hacia los que no tienen a Cristo en su corazón: “Por tanto, como sabemos lo que es temer al Señor, tratamos de persuadir a todos (2 Corintios 5:11). En lugar de ser tolerantes y aceptar las creencias de los demás, el cristiano debe «persuadir» a los inconversos para que comprendan quien es Cristo y lo que Él desea para cada uno de ellos. Esto no quiere decir que hay que hostigarlos con pasajes o presionarlos para que acepten la verdad de la Biblia.  Al contrario, debemos modelar con el ejemplo la manera diferente de vivir la fe en la que creemos. Estar dispuestos a sufrir el rechazo y el maltrato de los demás para demostrarles el amor que Dios les tiene. En otro pasaje Pablo describe todo lo que tuvo que padecer con tal de demostrar el amor de Dios por los perdidos: “Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible... Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles” (1 Corintios 9:19, 22b). En este mundo plagado con la actitud de “que cada quien viva como de la gana”, es muy raro y algunas veces hasta ofensivo tomar una actitud como esta. Pero ese es el llamado que debemos obedecer para mostrar a otros la eficacia del Evangelio de Cristo y la necesidad darlo a conocer por todos lados.

¿Cuál es la pasión que te consume la vida? en los tiempos que vivimos, muy pocas personas tienen una pasión que dirija sus vidas. Vivimos en una sociedad sensual, que ama la gratificación instantánea. Queremos satisfacer todos nuestros deseos, pero no estamos dispuestos a esperar. El mundo en el que vivimos está centrado en lo temporal, en el «aquí y ahora», no en las cosas que tienen un impacto eterno. Pero los cristianos tienen un enfoque distinto. Ellos están motivados por una fuerza interna y sobrenatural que es el amor de Cristo: “El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron. Y Él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado” (2 Corintios 5:14-15). El amor de Cristo hacia nosotros y nuestro amor por Él es lo que ahora define nuestras vidas como creyentes. En esta nueva manera de vivir, son tres las cosas que deben gobernar nuestros pensamientos: Primero, que Cristo murió por nuestros pecados; segundo, como todas las personas están espiritualmente muertas, todas necesitan a Cristo para que les vuelva a la vida; y tercero, que cuando le hemos entregado nuestra vida a Cristo, a partir de ese momento nuestra vida le pertenece a Él. Ya no deseamos vivir para nosotros mismos, sino para Él. Esta clase de mensaje es locura para un mundo, en el que cada quien procura ser el “número uno” en sus vidas. Es por eso que nuestro enfoque es distinto.

No sólo somos diferentes en nuestra motivación, sino también en nuestro sistema de valores. El mundo juzga a las personas de acuerdo a como se ven y a lo que tienen. Pero como creyentes, debemos ver a los demás a través de los ojos de Cristo. Cuando hacemos esto, nos sentiremos motivados a acercarnos a ellos por la necesidad que tienen de un Salvador ¡Realmente hemos sido transformados por medio de Aquel que nos amó y murió por nosotros! somos transformados de adentro hacia fuera, cambiando nuestras prioridades, nuestras relaciones, nuestras acciones. Y solamente Dios puede producir este cambio en nosotros. Y una vez que lo ha hecho, nos hace responsables de comunicarlo a los demás, Dios nos ha comisionado para comunicar al mundo que la muerte de Cristo ha apaciguado la ira de Dios por el pecado de la humanidad y la ha reemplazado con una aceptación de los pecadores. Aunque los pecadores deberían una cuenta enorme por los pecados, Cristo, en su muerte pagó la deuda por completo. Ya no deben absolutamente nada, pues Cristo lo ha pagado todo… ¡Borrón y cuenta nueva!  “Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz” (Colosenses. 2:13-14 NTV). Ese es el mensaje que no debemos callar.

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