
“Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: «El sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron” Mateo 13:3-4
Jesús explica: “A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino” (Mateo 13:19). El verdadero objetivo de la obra del sembrador es que la gente pueda “creer y ser salvos” solamente hay una manera de sembrar la buena semilla: predicando el evangelio de Jesucristo.
Inevitablemente, entre la audiencia habrá oyentes cuyo corazón es como el concreto. El Antiguo Testamento los llama «obstinados» (Éxodo 32: 9) personas que «endurecieron su cerviz» (2 Reyes 17:14). La clara implicación es que estas personas han endurecido deliberadamente sus propios corazones. “Han endurecido su cerviz para no escuchar mis palabras” (Jeremías 19:15). Endurecen deliberadamente su propia voluntad contra el arrepentimiento. Tal persona es representada por un muy trajinado y estéril sendero alrededor del campo. Es un terreno sin vallado, por lo que se expone a todo el pisoteo malvado de todo lo malo que viene. Nunca es arado por la convicción o verdadero arrepentimiento. La indiferencia, la insensibilidad y el amor por el pecado han hecho que el corazón de esta persona sea duro, seco e impenetrable.
Este es el necio de Proverbios, el que desprecia la sabiduría y la instrucción (Proverbios 1:7). Lo que es interesante aquí es que Jesús no está describiendo a los ateos en Su parábola. Él está hablando a la gente en una cultura altamente religiosa, y el más duro de todos los corazones en su audiencia este día es la aristocracia religiosa, los mismos que hoy por hoy siguen blasfemando contra el Espíritu Santo y separándose de la gracia por completo. Su pecado simboliza lo absoluto de la dureza de corazón. El ateo está en un mejor estado espiritual que ellos. Al explicar su parábola, Jesús dice de nuevo que los corazones endurecidos están completamente a merced del maligno. “el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.» (Lucas 8:12).
¿Cómo arranca el diablo la Palabra de Dios de un corazón? Él tiene muchas maneras, y no debemos ignorarlo (2 Corintios 2:11). Si piensas que Satanás y sus obras son siempre obviamente diabólicas, vas a ser defraudado. Él usa el engaño “Él es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44). Él se transforma a sí mismo y a sus siervos como ángeles de luz y ministros de justicia (2 Corintios 11: 14-15). Confunde a la gente a través de falsos maestros que vienen en el nombre de Cristo, pero sutilmente atacan o socavan la verdad del evangelio. También explota las pasiones humanas pecaminosas: el temor de lo que los demás puedan pensar, el orgullo, la terquedad, los prejuicios o diversas concupiscencias. Apela al amor del corazón por los placeres del pecado. Él sabe que la gente ama “más las tinieblas que la luz, pues sus acciones son malas” (Juan 3:19), y se aprovecha de eso. Después de haber ganado la confianza y la atención del pecador, desvía la mente de la verdad de la Palabra, arrebatándola efectivamente de la conciencia de la persona. Una mayoría de la audiencia de Cristo, aún en estos días tiene este corazón… pero la superficie impenetrable del borde del camino no tipifica los corazones de todos los que oyen. Y como veremos en los días venideros, esos diferentes tipos de terreno abarcan toda la gama de respuestas humanas al evangelio.
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