La buena tierra

Publicado el 24 de enero de 2024, 5:41

He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga” Mateo 13:3b-9

Este es el corazón verdaderamente preparado, representa a aquella persona que no solamente oye, sino que también entiende, o como dice Marcos 4:20 “oyen la palabra, la aceptan y dan fruto”. Lucas agrega a lo dicho por Mateo y Marcos una característica más: “retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (Lucas 8:15) Cristo está describiendo a alguien con un corazón tan bien preparado que cuando escucha el evangelio, lo recibe con verdadero entendimiento y fe genuina. La perseverancia con el fruto es la señal necesaria de confianza genuina y salvadora en Cristo, la marca de la fe auténtica es la perseverancia. Jesús dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos” (Juan 8:31). La fe temporal no es verdadera fe en absoluto.

Un corazón que es tierra buena para la Palabra es aquel que la escucha y la recibe como un tesoro de incalculable valor y como resultado da fruto. Da fruto que evidencia su arrepentimiento, fructifica al ver y juzgar su pecado como Dios lo haría, da fruto de verdadera fe… de aquella fe que puede ver a Cristo como un tesoro de incalculable valor, al desear que el Reino de los cielos venga sobre ellos con poder… de manera que lo que hace la diferencia no es la semilla, no es la experiencia ni el estilo de siembra utilizado por el sembrador sino el terreno en que esa buena palabra está siendo sembrada. Hasta aquí todo bien para muchos, pero tenemos el verdadero problema con el que lidiamos todos los seres humanos. Nuestro problema es que TODOS tenemos de fábrica un corazón indispuesto para que la palabra de Dios penetre y fructifique… NINGUNO trae de nacimiento un corazón que es buena tierra, todo lo contrario, la Palabra dice de nosotros que TODOS (incluso los creyentes) “éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:3c)… TODOS somos hallados por Cristo con un corazón endurecido, o con un corazón superficial o con un corazón que no puede dar prioridad a Su Palabra ¿Saben que es lo que hace la diferencia? Dios hizo la diferencia y sigue haciendo la diferenciaEsparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:25-27)… así que no hay nada de que gloriarse. Pero entonces, ¿de quién es entonces la responsabilidad de que la semilla fructifique? Jesús nos da esa respuesta al decir: “el que tiene oídos para oír, oiga” es nuestra responsabilidad oír, de hecho, todos los terrenos tienen en común que todos oyeron, pero sólo una parte obedeció a la Palabra ¿quiere decir que son mejores al resto? Claro que no, sin la obra de Dios su respuesta habría sido igual a los otros. El Dios que transforma los corazones ha prometido obrar por medio de la predicación de la Palabra en la vida de aquellos que escuchan con atención, Dios es soberano y el hombre es responsable delante de Él.

Él en Su soberanía y gracia decide vencer la obstinación de muchos, decide dar un nuevo corazón y el instrumento que usa para llevar a cabo esta cirugía es la predicación de la Palabra por tanto: “el que tiene oídos para oír, oiga”… esa es nuestra responsabilidad, escuchar Su Palabra como un asunto de vida o muerte y mientras lo haces ruega a Dios que en Su misericordia transforme tu corazón de piedra en uno de carne… pide que el desarraigue de ti los espinos que hasta este momento han ahogado Su palabra, pide que te conceda arrepentimiento y fe porque el Reino de los cielos ya se ha acercado a nosotros ¡arrepentíos! comencemos a ver nuestro pecado por primera vez como el más grande de nuestros problemas, pero al mismo tiempo miren lo que Dios ha hecho escuchen con atención el anuncio del evangelio: que el Dios de los cielos, el Dios soberano, el Dios todopoderoso decidió salvar al hombre a través de la muerte de Su propio hijo. Esa es la buena noticia del evangelio: ¡hay salvación en cristo para todo aquel que cree! pídele al señor que obre en tu corazón, escucha la predicación con atención y pídele a él que te dé la gracia de la fe y del arrepentimiento.

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