
“Y los hombres de David le dijeron: “Mira, este es el día del que el Señor te habló: ‘Voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca.’” Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl” 1 Samuel 24:4
Concluimos ayer preguntándonos ¿qué hacer cuando las señales o las circunstancias aparentemente dan a entender que es la voluntad de Dios que procedamos en algún asunto? Son muchas las personas que sucumben equivocadamente ante la tentación de un negocio redondo con poca inversión y con multimillonaria utilidad. El espejismo de las circunstancias “oportunas” siempre será peligroso. Normalmente cuando deseamos algo tendemos a endiosar las circunstancias al hacer de ellas un visor mágico a través del cual discernimos la voluntad de Dios “Si pasa esto o aquello… entonces es que…”, parece ser la condición. Los acontecimientos pueden ser favorables o desfavorables pero nuestra regla de medición siempre debe trascender a los eventos que acontecen a nuestro alrededor. Dios no necesita de un escenario específico para concretar aquello que es Su voluntad. Entonces, ¿Cómo poder entender Su voluntad? Oyendo Su voz a través de Su palabra y siguiéndole a Él antes que a las circunstancias. El problema es que tenemos cierta debilidad por las aparentes “oportunidades” y cierto recelo hacia todo lo que tenga un asomo de sufrimiento o dificultad, tanto como para catalogarlo como algo que no es la voluntad de Dios… Tendemos a catalogar aquello que es rápido, sin dificultades y eficiente como “voluntad de Dios” y sí es todo lo contrario, definitivamente no es de Dios… entonces, ¿Pablo, Moisés, Daniel estaban lejos de la voluntad de Dios? porque sus vidas, en muchas ocasiones, fueron francamente difíciles.
David aprendió a huir de Saúl, pero no todo fue huir y huir, hubo también oportunidades en que Saúl estuvo en las manos de David como para terminar con él como narra el texto de hoy. Saúl estaba completamente indefenso, todo se daba para que el problema terminara de una vez por todas… pero David no lo tocó… ¿Por qué no aprovechó las circunstancias y se deshizo de su más obstinado enemigo? ¿Porque las circunstancias no cegaron a David cuando para todos era evidente que Dios había puesto a Saúl en sus manos? David aprendió lo que nosotros hoy como iglesia debemos aprender: Dios tiene un medio principal por el cual hacer conocer Su voluntad a Su pueblo, en tiempos de David los profetas… en nuestros días nosotros también tenemos un medio por el cual podemos conocer con certeza Su voluntad en TODA decisión o situación: “Tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro… entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1:19-20) La Biblia y no las circunstancias es el medio principal para conocer la voluntad de Dios, ignorar la Palabra de Dios sólo porque las circunstancias parecen estar a nuestro favor es un error que puede salirnos bastante costoso.
Fue la mano de Dios la que permitió que Saúl estuviese en las manos de David, fue Dios quien le puso en esa posición ¿Por qué si no era la voluntad de Dios que David lo matara? Erramos cuando pensamos que Dios se mueve por causa de nuestras circunstancias, hay algo mucho más grande que nuestras circunstancias… nuestras circunstancias están al servicio de aquello que es más grande: la gloria de Dios. Si como pueblo de Dios dejásemos de centrarnos en nosotros mismos y en verdad diésemos prioridad a la gloria de Dios por encima de nuestros deseos fallaríamos menos en hacer la voluntad Dios.
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