El gozo verdadero y el gozo falsificado

Publicado el 4 de marzo de 2024, 4:04

Nuestro gozo revela lo que más valoramos en la vida; nos define como personas. Pero como todo lo bueno de esta vida, existe una imitación superficial y barata del verdadero gozo ¿Crees que puedes identificar el gozo falso o superficial? Existen unas reglas que podemos seguir para identificar el gozo falso, a saber:

El gozo falso es el que la gente experimenta al pecar. Fue el gozo de la conquista sexual lo que llevó a David a adulterar con Betsabé, y el gozo de quedar impune fue lo que lo llevó a asesinar a su esposo Urías (2 Samuel 11). Este gozo engañoso y su encanto vano hacen que el pecado sea posible y repetible. El gozo falso no es gozo real. Se trata simplemente de un deseo pecaminoso y lujurioso disfrazado de gozo, provocando un deleite momentáneo mientras envenena tu alma. Así que nuestra primera regla para identificar el gozo falsificado es esta: el gozo verdadero solo se encuentra dentro de los límites de la ley de Dios.

También hay un gozo que no es el verdadero, es aquel gozo que es fluctuante, es decir, es un deleite que depende de las circunstancias. Cuando la vida va bien, la felicidad abunda y se asume la cercanía de Dios. Cuando la vida es abatimiento, depresión y oscuridad, el gozo fluctuante nunca es hallado, y Dios parece estar muy lejos y distante. Si bien el gozo verdadero puede residir tanto en circunstancias agradables como en las terribles, las circunstancias pueden enmascarar el gozo verdadero, especialmente en el sufrimiento. Así que el gozo fluctuante solo está presente cuando las cosas marchan bien. Y esta es nuestra segunda regla: las circunstancias no pueden producir ni eliminar el gozo verdadero.

El gozo falso también se presenta como un gozo efímero, un tipo de gozo enraizado en la gracia común de Dios a todos los hombres. Si eres un ser humano, sin importar tu estado espiritual, Dios te ha bendecido (Mateo 5:45). Y esas bendiciones producen gozo como respuesta a la bendición amorosa de Dios. Estas bendiciones incluyen una variedad de cosas tales como los talentos, la familia, posesiones materiales, la salud, los logros académicos o profesionales… etc., incluso las lecciones aprendidas por medio de pruebas difíciles. Este es un gozo verdadero, presente en todas las circunstancias y experimentado por todas las personas; sin embargo, es un gozo que se desvanece. Se desvanece porque este mundo con sus bondades no es todo lo que hay. Si ganas el mundo y no tienes a Dios, no tienes nada. Y así llegamos a nuestra tercera regla: lo mejor que este mundo puede ofrecer es un gozo momentáneo.

Hablemos del gozo verdadero, este es el gozo permanente. Es permanente porque es un gozo que viene del Dios y apunta hacia Él, un gozo que es posesión única de los cristianos. Es solo por medio de la fe en Jesús que tú, como cristiano, puedes recibir y experimentar ese gozo. Al glorificar a Dios, compartes el deleite que Él tiene en Sí mismo. Al contemplar la creación, puedes ver que no solo es hermosa, sino que además revela la belleza de Dios como Creador. Cuando reflexionas en tu salvación, te deleitas con gozo en la gracia de Dios hacia ti, una gracia inmerecida y rica. Este gozo es la posesión del cristiano en el sufrimiento y en la prosperidad, en esta vida y en la próxima, por medio de Jesucristo nuestro Señor. Y esta es nuestra última regla: el gozo verdadero y duradero se encuentra solo con Dios en Cristo.

No te conformes con un gozo barato y falsificado. Persevera para obtener un gozo profundo y verdadero. El Catecismo Menor de Westminster acierta al decir que el fin principal del cristiano es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre porque, al final, el gozo solo es tan bueno y duradero como aquello de lo que proviene.

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