No temeremos

Publicado el 6 de marzo de 2024, 2:58

Cuando Cristo enseñó cómo lidiar con la ansiedad, nos recordó que Dios el Padre alimenta a cada pajarito y viste cada flor (Mateo 6:25-30). Entonces, ¿cuánto más debemos confiar en que Él cuidará a Sus propios hijos? Sea que estemos dispuestos a admitirlo o no, cada persona vive constantemente en la presencia del Dios vivo. Nuestro Dios está en control y aunque no podemos sondear completamente las profundidades de Sus caminos, todavía podemos afirmar que «de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Romanos 11:36). Hay muchas cosas de las cuales no sabemos la razón, pero sabemos quién ha ordenado todas ellas. Por consiguiente, podemos decir: “no temeremos, aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares” (Salmo 46:1-2). El Dios soberano es nuestro Padre amoroso en Cristo, de modo que, durante toda nuestra vida como creyentes, somos compadecidos, protegidos, cuidados y castigados por Él, como por un Padre, pero nunca somos desechados (Confesión de Fe de Westminster)

Como creyentes vivimos en un entorno peligroso. Las enfermedades, los desastres y las guerras terminan la existencia terrenal de muchos cada día. Gente perversa oprime y abusa de los piadosos e inocentes. Sin que lo veamos, Satanás y sus huestes andan como león rugiente buscando devorar a muchos y arrastrarlos a la condenación (1 Pedro 5:8). Incluso los engaños y las pasiones de nuestro propio pecado vociferan en nuestros corazones, de tal manera que nunca estamos a salvo de nosotros mismos… esta es nuestra realidad, y esta realidad demanda que vivamos sabia y prudentemente en un lugar tan peligroso. No obstante, los cristianos no necesitan vivir con temor o ansiedad, sino que pueden aferrarse a la promesa de Romanos 8:28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” o como dijo el salmista “TODAS las sendas del Señor son misericordia y verdad para aquellos que guardan Su pacto y Sus testimonios” (Salmo 25:10). La iglesia de Cristo somos ese pueblo que puede tener la certeza de que jamás nos faltará algo que sea bueno para nosotros, puede que nos falten cosas, pero nunca nada que sea bueno para nosotros, porque “sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; NADA bueno niega a los que andan en integridad” (Salmo 84:11). Entonces en lugar de estar paralizado por el miedo o impulsado por la ansiedad, el creyente fuerte se mantiene en el terreno seguro de la providencia divina y avanza en una firme obediencia y sumisión a la voluntad de su Señor.

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