
Es la providencia de Dios la que nos concede como cristianos una confianza segura en Dios para el futuro desconocido ¿tienes una buena expectativa de tu futuro? La mano de nuestro Padre gobierna el mundo, y nadie puede impedir que se cumplan Sus propósitos (Daniel 4:35). “Porque no nos ha destinado Dios para ira, sino para obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9). Estás en las manos del Padre y del Hijo, y no hay lugar más seguro en el mundo (Juan 10:28-29). Entonces, dado que Dios gobierna sobre todas las cosas, hoy podemos regocijarnos en que algún día llegaremos sanos y salvos a una nuestra herencia eterna. Pablo dice: “Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32). Pablo aprendió a gloriarse en el seguro resultado de la providencia: “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).
Ahora, la doctrina de la providencia implica que lo contrario también es cierto. Si Dios está en tu contra, ¿quién podrá ayudarte? Nada en toda la creación puede protegerte de la ira de Dios si continúas en tus pecados y te niegas a recibir a Su Hijo con una fe de corazón quebrantado. Si eres un pecador no arrepentido, considera que eres un enemigo del Dios de la providencia. No confías en Su soberanía paternal, sino que profundamente le ofendes y prefieres adorar los dioses de tu propia imaginación. Confías orgullosamente en ti mismo en lugar de buscar Su gracia en oración. No tienes un corazón agradecido, aunque todos los días respiras el aire de Dios y bebes Su agua. Si no te arrepientes, entonces Él te quitará todo lo bueno y usará Su poder soberano para castigarte para siempre. Por Su providencia, el Señor está reuniendo para Sí a un pueblo de este mundo perverso. La providencia más extraordinaria de Dios es que envió a Su Hijo para redimir a los pecadores (Gálatas 4:4-5). Cuando los hombres malos crucificaron a Jesucristo, cumplieron el propósito soberano de Dios de que Su Hijo muriera en rescate por muchos (Marcos 10:45; Hechos 4:27-28). Dios levantó a Cristo de entre los muertos por Su poder, y ahora Cristo se sienta a la diestra del Padre como Rey de reyes y Señor de señores (Salmo 2:6; 110:1).
Hoy, Dios está obrando a través del evangelio para que todo aquel que se vuelva del pecado, confíe en Cristo e invoque el nombre del Señor sea salvo (Romanos 10:13). ¿Podría ser que la providencia de Dios dispuso que dieras con este artículo para que te conviertas y sigas a Cristo? Si aún no has sido salvo de tu pecado, entonces reconoce que no estás leyendo estas palabras por accidente. Dios te está hablando. Por la gracia de Dios, apártate de aquello de lo que antes dependías y pon tu esperanza en el Dios vivo. Y luego regocíjate, porque Dios hace que todas las cosas obren para el bien de los convertidos por Su llamado, aquellos que le aman (Romanos 8:28). En todas sus aflicciones de camino a la gloria, ellos pueden decir: “Somos más que vencedores” (Romanos 8:37).