Comúnmente toda persona tiene una visión distorsionada de quién es y cuál es su verdadero valor. Hoy en día las personas tienen un concepto sobre sí mismos alejado de la realidad y distinto a la verdad de las Escrituras y este no es un problema presente únicamente entre no creyentes sino aún entre los mismos creyentes. Las personas piensan que porque Dios envió a Cristo a morir en la Cruz significa que el hombre es valioso y que Dios necesita de él. Y mirándolo a simple vista parecería algo lógico, pero, ¿es esto lo que enseñan las Escrituras? ¿Es el hombre tan valioso como dice ser? ¿Ama Dios a todo el mundo a pesar de su pecado? (Salmos 8:4)
La Biblia presenta al hombre como pecador, depravado, corrupto y alejado de Dios (algo totalmente opuesto a lo que se enseña en muchas congregaciones hoy en día) Cuando el hombre pecó en el Jardín del Edén, toda la humanidad quedó expuesta al infierno, puesto que toda la raza humana sucumbió al pecado. El pecado es la peor enfermedad espiritual que alguien puede tener, y nadie está exceptuado de ella. ¡Todos estamos muertos en nuestros delitos y transgresiones! No somos un poco buenos y un poco malos, somos completamente malos, no hay nada bueno en nosotros. Es cierto que en algunos momentos podemos hacer cosas buenas, pero eso no cambia nuestra naturaleza. Somos tan depravados que sin excepción todos estamos destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23) puesto que todos nuestros sentidos están cautivos por el pecado todo nuestro ser no hace más que pecar. Aún nuestras mejores obras, no sirven. No existen momentos en que no pequemos, siempre pecamos y estamos inclinados al mal. (Génesis 6:5, Isaías 64:6). Ahora consideremos algo, si es cierto que todos somos malos y pecadores, y peor aún, si es cierto que aún lo "bueno" que hacemos es pecado, entonces no nos queda más que aceptar la cruda realidad: ¡Estamos perdidos, realmente lo estamos! No solo pecamos, amamos pecar. No es que tan solo somos pecadores, nos gusta pecar, nos deleitamos en el pecado, nuestro corazón está lleno de abominación contra Dios. Todo lo que pensamos, hablamos y hacemos va en contra de la naturaleza santa de Dios… la moralidad o bondad no nos hace menos pecador. Podemos ser "morales" y “buenos” y aun asi seguimos sin merecer siquiera que Dios nos mire. (Romanos 3:11, 12) El hombre desde su nacimiento está depravado totalmente. No puede amar el bien, no puede venir a Dios, no quiere ni puede amar la Luz. (Juan 3:19)
Por tanto, no importa cuántas veces el hombre tenga la oportunidad de elegir a Cristo y Su Luz, no lo hará a menos que alguien exterior a él (El Espíritu Santo) actué en su corazón y lo cambie. ¿Por qué es necesario un cambio de corazón para creer en Cristo? Porque éste está tan corrompido que solo se inclina al mal y solo desea el pecado, nada puede evitarlo. Si, el corazón está corrompido y es necesario un cambio, de hecho, es necesaria una regeneración total (Jeremías 17:9, Mateo 15:19). LLegamos a ser valiosos por atesorar a Cristo, por atesorar Su sacrificio en la cruz. Solo Su gracia hará que pases de muerte a vida. De pecador destituido de Su gloria a un pecador salvado, la buena obra es iniciada en nosotros con el propósito de hacernos conformes a Cristo en santidad y obediencia al Padre.