Todo es de Él y para Él, aún así, no le dieron gracias

Publicado el 27 de marzo de 2024, 2:00

Pues, aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido” Romanos 1:21

Consideramos el día de ayer el verdadero valor y condición del ser humano. En este momento miro mi vida, considero de dónde Dios me sacó y en donde estoy hoy y solo puedo pensar: realmente no lo merezco. Nada bueno merecemos tu y yo. Por causa del pecado el hombre no merece la vida, la paga por el pecado es la muerte y una muerte eterna. ¿Y por qué el hombre sigue naciendo y viviendo? Por la paciencia y la misericordia de Dios.

Dios pudo haber acabado con la raza humana el mismo día que Adán y Eva cuando pecaron y así purgar el pecado ¡Pero no! Dios en Su amor ya tenía un plan de redención trazado y entretejido en Su voluntad soberana. Dios cubrió su pecado con pieles (Génesis 3:21) y bloqueó el acceso al árbol de la vida ¡qué maravilla! para que no sea esa no fuese su condición perpetuamente (Génesis 3:22). Pero… ¿por qué lo hizo? ¿acaso no era más fácil destruirlos? ¿qué necesita Dios del hombre para que planee su redención a tan alto costo la vida de Su único Hijo? La respuesta es NADA, Dios no necesita NADA. Pero Dios quiso amarnos y glorificarse por medio de ese amor al exaltar a la segunda persona de la trinidad (Cristo) por sobre todas las cosas. (Juan 3:16; Colosenses 1:18,20,22). Que Dios busque Su propia gloria no es un capricho divino ni es ostentoso ni egoísta. Por el contrario, lo mejor que puede sucederle a toda la creación es que Dios busque a través de ella su propia gloria. ¡Que Dios sea exaltado es lo mejor que le puede pasar al hombre! ¿buscas experimentar satisfacción a límites impensados? No desperdicies tu vida en las drogas, fama, dinero, o sexo ilícito… son cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13), son pozos secos. Cristo es la fuente de agua de vida verdadera, Él dijo que aquel que de Él bebe… ¡jamás volverá a tener sed! (Juan 4:14). El mayor regalo que Dios nos ha dado es Él mismo. No hay algo más maravilloso que dar en el universo.

Tenemos todo por agradecer a Dios: La posibilidad de vivir, de disfrutar Su creación, respirar, casarnos, tener hijos, poder experimentar amor y miles de otras cosas maravillosas en nuestra vida. Pero sobre todo esto, que nos ha redimido y reconciliado en la sangre de la cruz y en la muerte de Cristo y nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz (Colosenses 1:12-13). Sin lugar a dudas el hombre que reconoce la existencia de Dios, y sabe lo que ha hecho Dios y no le da gracias, es un ciego que no agradece la mano que le lleva el alimento a la boca. Considerando esto podemos decir que solo hay dos clases de hombres: pecadores y merecedores del castigo eterno; y los redimidos, y cubiertos por la justicia de Cristo. A los primeros el llamado en esta hora es al arrepentimiento de su pecado y a depositar su fe solo en el sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz. A los segundos les llamo a deleitarse en Dios por sobre todas las cosas, solo Él puede saciar a plenitud nuestras almas, si has sido redimido deléitate en el Señor. Y Finalmente a ambos grupos: sean agradecidos a Dios, porque ¿Qué tienen que no hayan recibido de Él?

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