
No es posible comprender los secretos de Dios en Su obrar providencial, no importa cuánto intentemos argumentar finalmente es imposible decir con exactitud el propósito de Dios en medio del sufrimiento, pero cuando sufrimos esto no es importante. Muchos son los que en medio de la agonía del sufrimiento se preguntan si acaso lo que padecen es un juicio de Dios por causa de un pecado cometido, y esta no es una pregunta nueva, algo parecido fue preguntado a Jesús: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y Sus discípulos le preguntaron, diciendo: “Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?”. Jesús respondió: “Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:1-3) ¿Por qué los discípulos de Jesús supusieron que la causa principal de la ceguera de este hombre era su pecado o el pecado de sus padres? Ellos tenían un fundamento para esta suposición, pues la Escritura —desde el relato de la caída en adelante— indica claramente que la razón por la que existen el sufrimiento, la enfermedad y la muerte en este mundo es el pecado. En la Biblia encontramos varios ejemplos donde Dios causa aflicción como consecuencia de pecados específicos. Como cuando Dios afligió a la hermana de Moisés, Miriam, con lepra porque cuestionó la función de Moisés como portavoz de Dios (Números 12:1-10). De manera similar, Dios le quitó la vida al niño nacido de Betsabé como resultado del pecado de David (2 Samuel 12:14-18). El niño fue castigado, no por algo que hizo, sino más bien como resultado directo del juicio de Dios sobre David.
No obstante, los discípulos cometieron el error de singularizar la relación general entre el pecado y el sufrimiento. Ellos asumieron una relación directa entre el pecado del hombre ciego y su aflicción. ¿No conocían la historia de Job, un hombre justo que fue afligido severamente por Dios? Parece que ellos asumieron (como lo hacen muchos) que toda persona afligida sufre en proporción directa al pecado que cometió. Una vez más, lo acontecido a Job derriba esa conclusión, dado que el grado de sufrimiento ordenado para él ciertamente era mucho más grande comparación con el sufrimiento y las aflicciones de otros mucho más culpables que él. Cristo respondió a la pregunta de los discípulos corrigiendo su suposición errada de que la ceguera del hombre, Él les aseguró que aquel hombre nació ciego no porque Dios estaba castigando a ese hombre o a sus padres… había otra razón y esto puede ser cierto para cualquier persona, siempre podría haber otra razón para las aflicciones que Dios nos llama a soportar. Jesús dijo: “Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él” ¿Qué quiso decir? En pocas palabras, Jesús dijo que el hombre nació ciego para que Jesús pudiera sanarlo en el tiempo señalado, como testimonio del poder y la divinidad de Jesús.
Cuando sufrimos, debemos confiar en que Dios sabe lo que está haciendo y que Él obra en y a través del dolor y las aflicciones de Su pueblo para Su gloria y para nuestra santificación. Es difícil soportar sufrimientos prolongados, pero la dificultad se alivia grandemente cuando escuchamos a nuestro Señor explicar el misterio en el caso de aquel hombre ciego de nacimiento, a quien Dios llamó a vivir con muchos años de sufrimiento para que en Su tiempo la gloria de Jesús se hiciese evidente.