
Durante todo Su ministerio Jesús hizo gran hincapié en los motivos: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30), tiempo después a estas palabras Jesús pudo decir lo que pocos de nosotros pueden, al finalizar Su ministerio terrenal: “Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera” (Juan 17:4). La gloria del Padre era la razón de todo para Jesús, no había nada más. Y Él quiere que sea así para nosotros. Por eso es tan grave robar a Dios Su gloria, Él no compartirá esa gloria con otro simplemente porque Él aprecia Su propia gloria por encima de todo y es celoso de ella (Isaías 48:11). Por causa de Su gloria es que el Padre exalta a Cristo hasta lo sumo, y le confiere un Nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:11). Si tenemos en mente cualquier otro fin cuando hacemos lo que hacemos, entonces sencillamente trabajaremos sin la bendición de Dios y finalmente todos nuestros esfuerzos y sacrificios serán en vano.
Nosotros (los que decimos creer en Cristo) nos llamamos Su iglesia, un templo no hecho con manos de hombre, sino que Dios mismo estableció un fundamento (1 Corintios 3:11) y piedra a piedra lo edifica para que por medio de Cristo sean ofrecidos a Él sacrificios espirituales y agradables (para Él) tal como dice 1 Pedro 2:5. Considerando esto preguntémonos ¿Es el celo por la gloria de Dios hasta donde conoce mi propio corazón, el gran motivo y mi principal incentivo para hacer todo lo que hago? Cuando el celo por la gloria de Dios es el motivo controlador de mis pensamientos y trabajo esto afectará profundamente todo… afectará la forma en que adoramos, Cristo dijo que el Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:23) pero la única cualidad que nos capacitará para adorar a Dios en espíritu y en verdad es el hambre por Su gloria, nuestra adoración en este tiempo debería ser una preparación para esa adoración pura y perfecta en la gloria anunciada por Juan en Apocalipsis 4:11; 5:11-14.
Cuando el celo por la gloria de Dios es el motivo controlador de mis pensamientos y trabajo esto afectará también nuestro enfoque al evangelizar (Mateo 28:18-20) nos equivocamos creyendo que la razón de evangelizar es sólo obedecer a este mandamiento o la condición de los perdidos, pero ninguna de estas razones es el motivo principal. El motivo principal del evangelismo es que en todo el mundo hay lugares en los que se está robando a Dios Su gloria: en nuestra propia casa, en nuestro lugar de trabajo, en los gobiernos… dondequiera que veamos, es cierto que los hombres y las mujeres “adoran y sirven a la criatura en lugar del Creador” (Romanos 1:18-32), la gloria de Dios y no la salvación del hombre es la razón de ser de la Gran Comisión.
Como iglesia, a menos que toda nuestra motivación esté encendida por un deseo ardiente por la gloria de Dios —todas las voluntades inclinadas en la misma dirección, todos los corazones ardiendo con la misma llama, todas las mentes unidas por la misma obediencia— nunca experimentaremos aquella unidad por la que Jesús oró (Juan 17:21), nunca creceremos de modo que Dios sea glorificado en ello… ¿Cómo Dios es glorificado en el crecimiento de la iglesia? No principalmente por su crecimiento numérico, sino por su crecimiento en profundidad y en calidad en el conocimiento de Dios…. Las implicaciones son grandes, así que necesitamos que esa gran pregunta nos persiga: ¿Es el celo por la gloria de Dios hasta donde conoce mi propio corazón, el gran motivo y mi principal incentivo para hacer todo lo que hago? Que Dios nos ayude a responder en el último día: “Lo fueron”