
Hechos 9 cuenta la historia de cómo Saulo se dirigía a Damasco para hacer mal a los cristianos, incluso asesinarlos. Él no era exactamente alguien fácil de amar. En ese pasaje se nos habla también de Ananías, un seguidor de Jesús y victima potencial de la ira de Saulo. Dios le habló a Ananías y le dijo que fuera donde estaba Saulo, y él respondió: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén, y aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre” (Hechos 9:13-14). A lo cual Dios le responde “Ve, porque él me es un instrumento escogido, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel”. Esto debería ayudarnos a entender que hay instrumentos escogidos por Dios detrás de los barrotes de una prisión o deambulando por las calles esclavos de las drogas, y es nuestro honor y privilegio compartir la verdad de la Palabra de Dios con ellos. Nosotros por la Palabra conocemos el resultado de la obediencia de Ananías al amar al difícil de amar: ”Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios” (Hechos 9: 17, 20) ¿Qué fue lo que pasó aquí? El evangelio hizo lo que hace el evangelio: el evangelio transforma vidas, y transformó la vida de Saulo para siempre.
Dice Romanos 5:6-11 “Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación” ¿Podemos amar a quien es difícil de amar? Sí. Nosotros también podemos ser un Ananías. Podemos ir a las cárceles o incluso ir a donde ese vecino o compañero de trabajo tan difícil de amar, y mostrarles cómo luce realmente el amor, ese amor que nos ha hecho una nueva creación. Estamos llamados a hacerlo, y en la obediencia hay bendiciones que ni siquiera podemos imaginar. Dios en innumerables ocasiones ha tomado a individuos despreciables y perdidos y los ha transformado totalmente en una persona piadosa, productiva, útil y amorosa comprometida con Jesucristo. Grandes siervos de Dios ciertamente fueron hombres más despreciables y difíciles de amar ¿Qué pasó? El evangelio. Es como dice el himno Roca de la Eternidad: “Nada traigo para Ti… Mas tu cruz es mi sostén”, esta frase un retrato tan vivido de lo que sucede en las vidas de las personas difíciles de amar cuando se enfrentan cara a cara con la realidad de quién es Jesús y lo que Él ha hecho en favor de ellos en la cruz.