
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” Mateo 28:18-20
¿Alguna vez te has preguntado el porqué de este mandamiento a discipular? Tal vez considera lo que dijo a la mujer samaritana traiga un poco de luz para responder esta pregunta: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23) Él desea que gente de cada tribu, lengua y nación se reúna en una eterna adoración al Único Dios Verdadero. Esto quiere decir, que en la medida en que cumplimos con la Gran Comisión debemos también transmitir a estos nuevos discípulos cuán importante es la adoración.
Pablo le escribió a la iglesia en Filipos: “Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne” (Filipenses 3:3) Después de Abraham y antes de Cristo la circuncisión tuvo la intención de servir como una señal en la carne que visualmente identificaba al pueblo de Dios, era una muestra del pacto de Dios… en otras palabras, en el Antiguo Testamento, la marca de un discípulo era la circuncisión. En Filipos algunos judíos mostraban que no entendían el propósito de la circuncisión al poner su confianza en la carne y no en Jesús porque esto contradice por completo al evangelio de la gracia de Dios. Cuando no entendemos lo que es el evangelio, trágica e inevitablemente, no logramos entender lo que es la adoración. No podemos dar a Cristo toda la adoración, gloria y honor si le reemplazamos colocando nuestra confianza en algo más que lo hecho por Él en favor nuestro en la cruz.
Los que verdaderamente han sido circuncidados, no en la carne, son aquellos que adoran por medio del Espíritu de Dios y que se glorían en Cristo Jesús. Es importante entender esto porque la adoración verdadera no es solo superficial o mecánica. La adoración es una respuesta natural que surge cuando el Espíritu Santo le da a nuestro corazón un entendimiento de la justicia de Jesús provista en el evangelio. Esto, sin duda es una marca de un verdadero discípulo: ser un discípulo de Jesús significa renunciar a toda confianza en cualquier cosa fuera de Jesús y gloriarnos en Su persona, visto de este modo es correcto decir que la adoración un discípulo tiende a ensancharse en la medida que aumenta su comprensión de cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo (Efesios 4:18-19).
Los cristianos pensamos en muchas cosas equivocadas en cuanto a la adoración: música lenta, manos levantadas, luces bajas, etc. Pero ¿es realmente eso adoración? ¿Hemos cambiado lo que la Biblia dice por nuestro propio concepto? ¿Adoramos solo cuando estamos en el servicio? Estas son preguntas pertinentes que merecen una respuesta precisa y bien fundamentada en la Biblia.