Invitados a tomar la cruz ¿Cuál es la mía?

Publicado el 21 de mayo de 2024, 3:20

puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12:2

Cristo sufrió por nosotros, Él soportó la cruz por el gozo que estaba delante de Él y nos ha dejado ese ejemplo ¿Deberíamos hacer menos de lo que Él hizo? De ninguna manera. Por ello únete a Cristo; ya es hora de gloriarte en tus aflicciones, de deleitarte en tus debilidades porque sólo de este modo sabrás que el poder de Cristo reposa en ti (2 Corintios 12:9). Puede que estés afligido en todo, pero no agobiado; perplejo, pero no desesperado; perseguido, pero no abandonado; derribado, pero no destruido (2 Corintios 4:8-9) puede que cada día experimentes algo de la muerte del Señor Jesucristo, para que puedas experimentar el poder de la vida de Jesús en ese cuerpo que tal vez hoy sufre y aun a pesar de ello no eres alguien que deba ser mirado con conmiseración si ese sufrimiento lo has puesto al servicio de la gloria de Aquel que te amo y se entregó en la cruz por ti.

¿Sabes quienes si son verdaderamente dignos de conmiseración? Aquellos que al despertar cada mañana salen de sus cobijas, se bañan rápidamente, se comen el desayuno y se entregan a vivir un día más la cotidianidad de sus vidas y todo esto lo hacen piloto automático, sin detenerse ni un momento a reconocer a su Creador, su gran Dios que les da vida y fuerza cada día… y muchos de estos profesan ser creyentes y se atreven a llamarse cristianos. Soberbios a los cuales les conviene ser humillados para que puedan comprender que es la gracia de Dios la que les concede la vida y la capacidad de vivir competentemente.  La palabra de Dios dice: “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6) ¿Y quiénes son los humildes? Son personas que se sienten humilladas por causa de sus debilidades. Por tanto, acércate a Dios en tu aflicción, y Él se acercará a ti (Santiago 4:6-8). Toma tu cruz cada día y sigue a Cristo… atrévete a afirmar tu rostro para vivir lo que Dios en Su soberanía a determinado para ti (Lucas 9:23).

Ahora, es necesario aclarar algo, la fuente de tu sufrimiento: esa condición física que te incapacita, esos familiares conflictivos, aquellos hijos rebeldes, tus problemas maritales, tus articulaciones enfermas… nada de eso es tu cruz… tu cruz es tu actitud, tu cruz es tu actitud ante tus dolores y molestias. Cualquier queja o murmuración, cualquier ansiedad o preocupación, cualquier resentimiento o cualquier cosa que insinúe amargura en tu alma, estas son las cosas por las que Cristo te llama a morir diariamente. Porque cuando lo haces, no sólo te vuelves como Él en Su muerte, sino puedes llegar a ser como Él en Su vida. Puedes experimentar la comunión íntima de compartir Sus sufrimientos, la dulzura y la preciosidad de tu Salvador… serás santo como Él es santo. Entonces no se trata de sacar fuerzas para arrastrar cada día tu dolor y seguir avanzando, te has equivocado esa no es tu cruz. Permitir al sufrimiento abrazarnos hasta la medula es permitir que sea revelado de qué estamos hechosy nunca es bonito lo que emerge de nosotros, pero lo necesitamos. Necesitamos ser despojados de esa falsa vestidura y que enfrentemos el hecho de que estamos desnudos y urgidos por una vestidura digna: la justicia de Cristo.

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