Recibe la palabra implantada

Publicado el 19 de junio de 2024, 4:36

Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas” Santiago 1.21

Este es un pasaje bastante particular porque se nos está ordenando recibir algo que ya tenemos en nosotros ¿Cómo es esto? Santiago dice: “Recibid la palabra implantada” ya está en ti, por la palabra has recibido vida, es la palabra la que está alimentando tu vida en Cristo, pero no está en ti como lo está un órgano de tu anatomía sino más bien como el oxígeno que estando en ti te da la vida y al darte vida te hace respirar y al respirar recibes más oxígeno.

La palabra de Dios implantada: “Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré” (Jeremías 31:33) y la palabra de Dios externa (la que nos es predicada, la que leemos y escudriñamos) están tan unidas que vivimos por tenerla ya implantada y vivimos al recibirla. Recibir la palabra externa afirma el poder de la palabra implantada, y la palabra implantada crea el hambre de recibir la palabra externa. Y luego, Santiago agrega al final “que puede salvar vuestras almas”. ¿Qué salva nuestras almas? La palabra implantada, que recibimos. En otras palabras, nuestras almas dependen de la palabra implantada y nuestras almas dependen de recibir la palabra. Si decides que no necesitas recibir la palabra externa, eres como una persona que decide que no necesita respirar. Si estás espiritualmente muerto, puedes llevar a cabo esa decisión. Puedes optar por no respirar. Pero si estás espiritualmente vivo, no puedes. La palabra implantada es poderosa; produce vida y respiración al mismo tiempo. Si tienes vida no puedes simplemente contener la necesidad de respirar, del mismo modo si tienes vida espiritual no puedes contener la necesidad de alimentarte con la Palabra de Dios… La palabra implantada tarde o temprano te conquistará y te impulsará a buscarla.

Pero el mandamiento no se limita a ordenar tan solo recibirla, también nos dice como: recibe la Palabra de Dios con mansedumbre, esto es algo así como “disposición a ser enseñado” o “disposición a someterse” a la palabra de Dios. Lo contrario de recibir la palabra con mansedumbre sería recibirla con prejuicio, porque dudas de que toda ella sea verdadera o buena para ti; o recibirla parcialmente porque deseas reservarte el derecho de elegir qué partes seguirás; o recibirla con la arrogante seguridad de que puedes entenderla y aplicarla sin la ayuda misericordiosa de Dios. Santiago dice: recíbanlo con mansedumbre. Cuando abras tu Biblia, dile a Dios: Confío en ti, me someto a ti, necesito que me ayudes… Inclina mi corazón a amar tu palabra. Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios.  Abre mis ojos para ver la grandeza de lo ella contiene y satisface mi alma con la gloria de Cristo revelada en ella. Me rindo con toda mansedumbre y humildad, miro hacia ti. Ven a mí por tu palabra, mi Salvador y mi Señor y mi Dios y mi mayor tesoro.

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