
Una de las razones por las que Dios creó el pan —creó el grano, el agua, la levadura, el fuego y la inteligencia humana para hacer pan— es para que cuando Jesucristo viniera al mundo, pudiera usar el disfrute del pan como una ilustración de lo que significa creer en Él y estar satisfechos con Él. Esto es cierto para el agua (Juan 4:14) y la luz (Juan 1:9; 14:6) y cualquier otra cosa buena que Dios ha hecho. Nada existe por sí mismo. “Todas las cosas fueron creadas por medio de Él y para Él” (Colosenses 1:16). Cada placer honorable que tenemos en el mundo creado está diseñado por Dios para darnos una leve muestra del cielo y hacernos tener hambre de Cristo. Cada satisfacción parcial en esta vida apunta a la satisfacción perfecta en Jesús que hizo el mundo.
Los placeres del pan caliente deberían enviar a nuestros sentidos y nuestro espíritu a Cristo como el pan de vida. Los placeres del agua fría cuando tenemos calor y sed deberían enviar nuestros sentidos y nuestro espíritu a Cristo como el agua viva. Los placeres de la luz que hace visibles todas las demás bellezas naturales deberían enviar nuestros sentidos y nuestro espíritu a Cristo como la verdadera luz del mundo. En Juan 6, vemos a Jesús obrar un milagro con pan natural, el que comían todos los días. Después de esto Jesús muestra a la gente, con un lenguaje cada vez más provocador e incluso ofensivo, que este milagro del pan se refiere a Él mismo como el pan de Dios que desciende del cielo. Cuando Jesús termina de insistir en esta comparación entre Él y el pan, muchos de sus seguidores lo han abandonado “Después de esto muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él” (Juan 6:66) Pero no todos lo abandonaron… Cuando tantos se fueron, Jesús preguntó a los doce: “¿También ustedes quieren irse?”. A lo cual Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.
A través de este milagro Jesús está haciendo mucho más que alimentar a la gente con pan natural, y toda esta multitud sencillamente no está en condiciones espirituales para ver lo que Él está haciendo. Este milagro muestra tanto la muerte de la incredulidad como la grandeza de Cristo. Pero aún a pesar de esto la multitud estaba impresionada, después de esta señal estaba más que claro que había que hacer a Jesús rey, aunque fuera por la fuerza. ¿Por qué se retiró Jesús? Porque el entusiasmo que tienen estas personas no es por quién es realmente Él (el Cristo, la Simiente prometida en Génesis) y saber esto es muy importante para nuestros días y para tu vida. Las personas pueden tener un gran entusiasmo por Jesús, pero el Jesús que las entusiasma no es el verdadero Jesús bíblico. Puede ser un Jesús moralmente ejemplar, o un Jesús revolucionario-liberacionista, o un Jesús altruista, o un Jesús hacedor de milagros, o un Jesús cool y contracultural. Pero no es el Jesús que, al final, da Su vida en rescate por los pecadores (Marcos 10:45) para que estos pecadores luego vivan vidas que glorifiquen a Dios. Y si tu entusiasmo por Jesús es por un Jesús que no existe, tu entusiasmo no es un honor para el verdadero Jesús, y Él te dejará y se irá a la montaña donde no puedas hallarlo.
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