Un mandato que se ha hecho irrelevante

Publicado el 3 de julio de 2024, 4:15

Y Jesús se les acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén” Mateo 18:18-20

Cristo tiene toda autoridad en los cielos y en la tierra. Ni los demonios ni ningún poder humano pueden parar la expansión de Su Reino. Él llama a gente de toda nación para ser Sus discípulos, habiéndolos comprado con Su sangre y ha comisionado a Su Iglesia para hacer discípulos en todas las naciones, comenzando con los apóstoles y continuando en la actualidad este es un mandato entregado a cada creyente. Sus grandes herramientas son la ley, el evangelio y las ordenanzas de adoración descritas en Su Palabra. Él ha prometido Su presencia permanentemente en Su Iglesia por el Espíritu Santo ¿Cómo deberían estas verdades presionar la conciencia cada miembro de la Iglesia para alcanzar al mundo con la verdad de Cristo? Para los apóstoles y la Iglesia que estuvo reunida en el Aposento alto luego de la Ascensión de Cristo esta fue una orden inminente que fue obedecida aún a pesar de las amenazas de muerte y la persecución que sabían que vendría sobre ellos y lo mismo fue para todos los que creyeron a partir del testimonio de ellos ¿Cuál es la razón por la que para la Iglesia de nuestros días este mandato sea tan irrelevante y se podría decir que casi sin importancia?

Una cosa es evidente que ha disminuido a lo largo de los años al momento de compartir nuestra fe con los incrédulos, es decir al evangelizar, cada vez estamos menos dispuestos a ofender a la gente con el evangelio.  Y si bien es cierto que como iglesia necesitamos traducir el evangelio a un lenguaje comprensible, eso no significa hacerlo de tal modo que a nuestros oyentes les guste. Consideremos el primer discurso de Pedro registrado en Hechos 2:36 “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo” ¿Era un lenguaje pertinente? Sí. ¿Era un lenguaje agradable? No. ¿Era claro? Sí. Pedro no los estaba acusando simplemente de asesinato, los estaba acusando de tomar sus 1500 años de historia y pasar por alto el punto central al matar a su Mesías… de esto aprendemos que no es que nuestra fidelidad a Dios se evidencie cuando ofendemos a la gente al compartir el evangelio, es solo que no existe una forma indolora para anunciarle a alguien que está bajo la ira de Dios.

Tal vez la presión de vivir en una época postcristiana nos ha llevado a querer anunciar las buenas nuevas de tal modo que los que las oigan se sientan atraídos casi seducidos por lo que se les anuncia, es por ello que partimos muchas veces desde las circunstancias temporales que viven las personas para dar a conocer nuestro mensaje, como si estuviésemos ofreciendo un producto que promete y garantiza alivio. Pero cuando se trata del evangelio, no necesitamos disfrazarlo para que parezca genial. Tenemos que desmenuzarlo para que quede claro y para ello es necesario estudiar la cultura que nos rodea a la luz de la Palabra de Dios, pregúntate ¿De qué manera el evangelio satisface los anhelos más profundos e ignorados y desafía los ídolos más preciados del ser humano? ¿por qué si no hay salvación fuera de Jesús (Hechos 4:12) nos cuesta tanto proclamarlo?

Valoración: 4.2 estrellas
5 votos

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios