
La gloria de Dios brilla más intensamente en Su obra en la cruz donde trae la gracia a su máxima expresión y sufre por los pecadores. Nada en todo el universo es más grandioso, más glorioso, más magnífico que la muerte de Jesucristo por los pecadores y Su resurrección para vindicar Su gran obra. Y si tu como creyente atesoras la gloria de Cristo, amarás también el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia.
El Espíritu Santo fue dado, según Juan 16:14, para glorificar a Cristo. JI Packer, dijo, refiriéndose a este pasaje: “esa definición básica, tal como yo la entiendo, de lo que el Espíritu fue y es enviado a hacer, nos da un marco de referencia direccional integral con el que debe verse todo el ministerio del nuevo pacto del Espíritu”. Y digo amén, exactamente. El Espíritu, en todo lo que hace, tiene como objetivo hacer que Jesús luzca magnífico, glorioso. Para eso está en el mundo. Por lo tanto, si amas la belleza de Cristo, si atesoras la gloria de Cristo, amarás el ministerio del Espíritu Santo. Estarás ansioso por conocerlo, hablarás de Él, pensar en Él y, sobre todo, estarás ansioso por experimentar Su obra en tu vida. Creo que ese es el principal desafío en la vida de un creyente: ver a Cristo por quién es realmente y tener afectos por Él en nuestro corazón que sean acordes a lo que se nos está revelando. Esas dos cosas, abrir nuestros ojos para ver la gloria de Cristo y luego estimularnos a responder apropiadamente a aquello que se nos es permitido ver es la obra del Espíritu Santo y esa es la forma en la que Él glorifica al Hijo. No se puede llegar a la plenitud del conocimiento de Cristo sin el Espíritu Santo, por tanto, deberíamos estar clamando desesperadamente todos los días: “Oh por favor ¡Más! ¡Más! de tu acción, más de tu poder, más de tu fervor por Cristo en mí”.
Pablo dice en su epístola a los Efesios en el capítulo 4 verso 30 que es posible que con lo que hacemos o dejamos de hacer entristezcamos al Espíritu Santo… y este debería ser un pensamiento absolutamente aterrador para todo creyente. Pablo no da detalles de cómo es posible que le entristezcamos, pero nos advierte de ello ¿Cuál es el contexto de esta advertencia? Todo aquello que hacemos que da lugar a diablo en nuestras vidas entristecerá al Espíritu Santo (Efesios 4:26-30). Entonces si la obra del Espíritu Santo es la que nos hace ver cuán glorioso es Cristo e inclina nuestro corazón a amarle correctamente por quién Él es, nosotros no sólo lo necesitamos nosotros lo necesitamos motivado no entristecido, necesitamos todo lo que Él esté dispuesto a hacer acerca de Cristo, porque de lo contrario nuestra visión de Cristo se desvanecerá poco a poco: Su gloria se desvanecerá, y el fútbol se volverá más importante (sólo por dar un ejemplo porque en realidad podría ser cualquier cosa) cualquier cosa puede deslumbrarte… y principalmente son las cosas buenas las que surgen y comienzan a apoderarse de la devoción y fervor que le pertenecen a Cristo.
Si amas la gloria de Cristo necesitas desesperadamente al Espíritu Santo y por tanto debes amar el ministerio del Espíritu porque no puedes ver y ser abrumado por la gloria de Cristo sin Él. No puedes amar a Jesús sin Él, no puedes seguir a Jesús sin Él… oh amada Iglesia clama por Su obra en tu vida.
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