El valor de la oración

Publicado el 31 de julio de 2024, 4:41

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antesDaniel 6:10

La oración es tan valiosa que deberíamos ser como Daniel, estar dispuestos a morir antes que renunciar a la oración privada. La oración es indispensable para el bienestar de nuestra alma, es esencial para prepararnos para ser cartas expedidas por Dios para ser leídas por todos los hombres (2 Corintios 3:2) es esencial para poder vivir como ciudadanos del Reino de los cielos, para ser sal que sala y luz que alumbra. Tristemente en la medida en que avanzamos en la carrera de la vida cristiana somos tentados a vivir la vida cristiana sin orar primero, pecamos por nuestra temeridad porque damos por sentado el respaldo de Dios (algo que ni siquiera Cristo se atrevió a hacer) aquel celo que hubo en un principio de prepararnos en oración para todo lo que deseábamos hacer en honor de Él poco a poco se desvanece y es reemplazado por una confianza atrevida de la cual debemos arrepentirnos para luego hacer la resolución de nunca involucrarnos en ninguna actividad sin haber buscado primero en oración el rostro de Aquel a quien anhelamos honrar con nuestro vivir.

El valor de la oración es inestimable. ¿Has oído hablar del albañil que estaba delante de la casa de Spurgeon? Estaba blasfemando y maldiciendo, y Spurgeon lo trajo y le dio 100 libras esterlinas, una cantidad escandalosa de dinero en esa época, él le dio tal suma si nunca más usaba el nombre de Dios y nunca más invocaba a Dios. El tipo se guardó el dinero en el bolsillo, se fue a su casa y su hija enfermó. Estuvo enferma tres noches seguidas. Él quería orar por ella, pero no podía usar el nombre de Dios, así que se desesperó cada vez más. Finalmente, tomó el dinero y lo arrojó a los pies de Spurgeon, y dijo: “El valor de la oración, el valor de invocar el nombre de Dios es mayor que todo el dinero de este mundo”. Qué bendición es que hayamos sido llamados a ser hombres y mujeres de oración, qué bendición que hayamos sido llamados a reservar tiempo para tener comunión con el Rey de reyes y Señor de señores. Tener este llamado es tan maravilloso que incluso la oración sin respuesta es valiosa, el hecho de tener un lugar a donde ir con todas tus necesidades es algo que el incrédulo no tiene, pero como creyentes lo tenemos y vale más que cualquier cosa que el dinero pueda comprar. ¿No es así? Es un regalo precioso poder derramar tu corazón ante Dios, incluso si no cambian las circunstancias. William Carey trabajó como misionero en la India durante ocho años antes de bautizar al primer converso del hinduismo a cristianismo. Sin embargo, en esos años, aprendió a orar como nunca antes, y dijo: “Siento que es bueno encomendar mi alma, mi cuerpo, mi todo en las manos de Dios. Entonces el mundo parece pequeño, las promesas parecen grandes y Dios es mi porción más suficiente” Como puedes ver, la aparente demora de Dios se convirtió en la médula del alma de Carey.

El puritano William Bridge lo expresó de esta manera: “Un hombre que ora nunca es muy desdichado, sea cual sea su condición, porque tiene a su disposición el oído de Dios, el Espíritu Santo en su interior para impulsarlo, un amigo en el cielo para presentarlo y Dios mismo dispuesto para recibir sus deseos. En verdad, es una misericordia orar, aunque nunca recibí la misericordia por la que oré”. Pero si la oración no respondida es dulce, ¿cuánto más dulce será la oración respondida? Al respecto Joseph Hall dijo: “Las buenas oraciones nunca llegan a casa con lágrimas. Estoy seguro de que recibiré lo que pedí o lo que debería haber pedido en primer lugar” Dios hace muchísimo más de lo que pedimos o pensamos cuando oramos. Esa es la belleza, Dios nos supera (Efesios 3:20) y luego miramos atrás y decimos: “Señor, eres asombroso. Eres simplemente asombroso”. Por eso, debemos negarnos a dejar a Dios solo. Debemos mantener la prioridad. La oración es valiosa. No hay nada más valioso que la oración. Finalmente consideremos lo dicho por Thomas Watson, él dijo: “El ángel sacó a Pedro de la prisión, pero fue la oración la que sacó al ángel” Oh amada Iglesia tenemos que rogarle al Señor que nos devuelva a aquellos días de John Knox, cuando sus enemigos temían a sus oraciones más que los ejércitos de 10.000 hombres. Ésta es la mayor arma del cielo y nos ha sido dada por causa de los méritos de Cristo.

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Comentarios

Shirley García
hace 9 meses

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