
En el año 42 después de Cristo, Herodes, rey de Judea, dió muerte a espada al apóstol Santiago (hermano del apóstol Juan). Al ver que esto complacía a los judíos, decidió encarcelar a Pedro. Sin embargo, la noche anterior a su ejecución, un ángel del Señor despertó a Pedro y lo liberó de la prisión sin que sufriera daño. Después de ir a la casa de María, madre de Juan Marcos, donde los discípulos estaban orando por él, Pedro abandonó la ciudad. A la mañana siguiente, Herodes se llenó de ira al descubrir que Pedro había escapado y por ello ordenó la ejecución de los guardias. Luego, se fue de Judea y se trasladó a la ciudad de Cesárea, donde sucedió algo muy extraño y significativo. Herodes guardaba rencor hacia los habitantes de Tiro y Sidón (las razones son desconocidas), él los controlaba porque dependían de él para su alimento. Disfrutaba del poder que le confería ser quien decidía su suerte, y esto le proporcionaba una gran sensación de dominio. Los habitantes de Tiro y Sidón intentaron obtener una audiencia con el rey a través de su mayordomo, Blasto. Su soborno fue exitoso y se programó un día para que Herodes hiciera un discurso. El resto de la historia es breve y está consignada en Hechos 12:21-23: "Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó (es decir, dió un discurso). Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos".
No todos los que intentan engañar a Dios, como Ananías y Safira en Hechos 5, mueren de inmediato. Tampoco todos los que no dan gloria a Dios, como Herodes, son devorados por gusanos. Sin embargo, Dios ha traído juicios en esta vida sobre algunos para advertirnos a todos que en la era venidera habrá un juicio infinitamente más severo para aquellos que no han vivido para la gloria de Dios. El principal objetivo de Dios al crear y gobernar el mundo es ser glorificado. Es decir, Él nos creó para Su gloria. No lo hizo para incrementar la belleza de Sus perfecciones ni para llenar algún vacío en Él, sino para manifestar Su gloria a través de nuestras vidas y recibir alabanza. Isaías 48:9-11 resalta de manera contundente la importancia de la gloria de Dios: “Por amor a mí mismo contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo para no destruirte. He aquí que te he purificado, pero no como a plata; te he probado en el horno de la aflicción. Por amor a mí mismo, por amor a mí mismo lo hago; ¿cómo se profanaría mi nombre? Mi gloria no la daré a otro” Proteger el honor de Su nombre y mostrar Su gloria son las motivaciones que guían todas las acciones de Dios en la historia, en la iglesia y en las vidas de cada persona. Entonces ¿Cómo podemos alinear nuestras vidas con el propósito de Dios de glorificarse a sí mismo? Esta es una pregunta de vital importancia, considerando lo que le ocurrió a Herodes y a muchos otros por no otorgar gloria a Dios y apropiarse de ella.
Oración: Amado Dios tu nos creaste para gloria tuya, ese es nuestro propósito de vida. Invertir nuestra vida en aquello que no es este propósito es un desperdicio que pagaremos caro. Oh Dios, pero ¿cómo he de vivir para tu gloria sin conocerte a ti y a tus propósitos? Guárdanos de ser gente que se conforma sólo con evitar el pecado, Oh Dios danos hambre de tu Palabra para que podamos conocer lo que es verdadero y ayúdanos a andar en esa verdad. Amén
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Amén 🙏🙏🙏
Amén amén