Haciendo el bien para que Dios reciba la gloria ¿Cómo? 2

Publicado el 27 de octubre de 2024, 4:24

Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” 1 Pedro 4:11

Aquí tenemos una de las respuestas más claras de la Biblia a la pregunta: ¿Cómo podemos servir o hacer el bien para que Dios reciba la gloria? La respuesta es que, para que Dios sea glorificado, nuestras buenas acciones deben nacer de una dependencia sincera en Su fuerza. No se trata solo de realizar buenas obras, sino de hacerlas con un espíritu que proviene de la alegre confianza en la ayuda de Dios; eso es lo que realmente glorifica a Dios.

Imaginemos a dos personas considerando si irán a ayudar a limpiar la iglesia. Una de ellas es joven y saludable, y dice: "Bueno, supongo que iré. Sería bueno ganar algunos puntos con los líderes. Tal vez haya algo de picar. Además, soy bastante bueno en este tipo de tareas, tal vez pueda dar algunos consejos a los demás". Así que llega, pero se queja de las herramientas, critica la planificación y habla de sus habilidades y experiencias, en general mostrando un espíritu vanidoso. Aunque trabaja, incluso puede que haga más que otros. Alguien que solo evalúe su eficiencia podría valorarlo, pero Dios mira el corazón y su evaluación es: No he recibido gloria de esta supuesta buena obra, porque no fue realizada en dependencia de mi poder. Falta el espíritu de alegría, gratitud y humildad que brota de la misericordia. Ahora, hay otra persona, mayor y que ha estado enferma últimamente, lidiando con dolor y rigidez en las rodillas. Antes solía trabajar arduamente en la iglesia, disfrutando cada momento sin quejarse de los sacrificios. Él piensa, "me encantaría ayudar. Quizás podría animar a algunos desmotivados o simplemente servir café". Así que ora y, sorprendentemente, el día programado no siente dolor ni rigidez. Va a ayudar. Con un trapo y con una escoba, hace lo que puede, pero lo más importante es que irradia alegría y gratitud, inspirando a los demás y dirigiéndolos hacia Dios. Reconoce que su fortaleza es un don precioso de Dios, y todo su ser da gloria a Él… eso es lo que significa dejar brillar tu luz.

Sin embargo, aquí está la clave: cada uno de nosotros debe a Dios cada gramo de fuerza que tiene, igual que aquel enfermo. Le debemos cada fibra de nuestra inteligencia, y hasta el más pequeño deseo de hacer el bien es un don suyo. Sin Él, somos incapaces. Sin Su apoyo, estaríamos perdidos y podríamos caer en el caos. Si realmente entendemos nuestra dependencia total de Dios, ¡cuán diferente sería nuestra vida y conducta! Serviríamos "como quien presta servicio con la fuerza que Dios proporciona". No nos jactaríamos de nuestros logros ni criticaríamos a otros, ni nos quejaríamos, ni asumiríamos nada como automático. Aquella persona que, es consciente de existir por la palabra de Dios, sabe que toda su fuerza y determinación moral son un regalo divino, tendrá un espíritu de alegría, gratitud y humildad. Y al servir de esta forma, Dios es glorificado.

Hacer el bien nunca debe ser una pesada carga que nos ponemos y bregamos a llevar cada día, eso no es lo que dice Pedro, él lo ilustra más como: la resolución que arde en nuestro corazón cada mañana, al mirar al cielo y considerar que Dios es digno de gloria, pero nosotros no podemos por nuestra propia fuerza otorgársela. Es una carga pesada que Cristo ha prometido convertirla en una carga ligera si la llevamos a Él. Dios recibe gloria no por nuestros esfuerzos heroicos, sino por nuestra confianza en Su fuerza, cuando servimos como quienes sirven con la fuerza que Él proporciona. La voluntad de Dios para glorificarse no es una carga que nos haga suspirar, sino alas que nos permiten volar.

Oración: Oh Señor, tú eres digno de gloria hoy, Señor, pero no hay nada bueno en mí, en mi carne. No tengo fuerza, ni sabiduría, ni resolución para hacer el bien, exceptuando lo que me das inmerecidamente, oh Dios. Y te amo. Sería mi mayor satisfacción y mi mayor tesoro que al finalizar del día, alguien pudiera apreciar más Tu poder, sabiduría y amor hacia mí por medio de las buenas obras que tú me capacitas para hacer, Oh Señor, que así sea. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 6 meses

Amén 🙏🙏🙏