Mansedumbre… no indiferencia, flojera o debilidad

Publicado el 13 de noviembre de 2024, 4:43

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” Mateo 5:5

Para muchos, sobretodo en occidente ser cristiano es fácil por la falsa idea que tenemos del cristianismo. Pero al avanzar en la caracterización de lo que Cristo dice que es un cristiano vemos como dista del concepto que se tiene, y es cada vez más visible que es imposible que nuestra incapacidad pueda llevarnos a la cúspide de esta montaña infranqueable.

Hemos visto que es indispensable ser pobre en espíritu para poder darnos cuenta de nuestra condición ante Dios, para poder entender que no tenemos nada, que no hay nada en nosotros que pueda impresionar de algún modo al Santo Dios, que no hay nada que le podamos presentar orgullosamente, y que lo único que tenemos es pecado… nuestras mejores obras son como trapo de inmundicia comparadas con Su justicia y santidad (Isaías 64:6). Es imposible ser conscientes de esto y no llorar por la necesidad de Alguien que nos libre del cuerpo de muerte al cual estamos atados (Romanos 7:24). La unión de estas dos realidades nos lleva a la tercera característica de un cristiano, la mansedumbre. Cosa bastante difícil porque muchos pueden fácilmente reconocer su pecado, el mal que habita en ellos, se pueden sentir mal por ello incluso pueden llegar a llorar por esto. Pero ¿cuántos están dispuestos a permitir que otros digan esto acerca de ellos, cuántos están dispuestos a que otros le señalen como lo que es, un pecador? Cuando soy consciente del escrutinio de otra persona en mi conducta, que otro está mirando como soy y como ando o cuando alguien me hace algo ¿cómo reacciono?, ¿estoy dispuesto a que otro me examine? Si esto es la mansedumbre no suena para nada halagador, sobretodo en nuestros días, no es algo popular, no es agradable… pero es lo que son los cristianos, mansos incluso bajo las peores circunstancias.

Así las cosas, es más que evidente que la mansedumbre no es algo natural. Al igual que en los casos anteriores, esta descripción de aquellos que son supremamente bendecidos, de los rasgos distintivos de un creyente, no se trata de una disposición inherente a la naturaleza humana, sino que es absolutamente evidente que proviene exclusivamente de Dios, la mansedumbre es una obra de Dios en el creyente que solo viene por el nuevo nacimiento como la manifestación del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Quien no ha sido regenerado no puede evidenciar mansedumbre. Pero debemos aclarar también que la mansedumbre no es indiferencia, flojera, debilidad u obligarnos a hacer lo que otros dicen para conservar la paz. Hay personas tan indiferentes y despreocupadas de la realidad que les rodea que todo les resbala, nada les afecta… personas así son indolentes, mas no mansas. Hay otros tan flojos, tan decididos a no asumir responsabilidades y completamente dispuestos a que otros decidan por ellos, eso tampoco es mansedumbre. La amabilidad tampoco es mansedumbre, en muchos casos es hipocresía. Otros con tal de conservar la paz están tan dispuestos a ajustarse a cualquier cosa, con tal de conservar la armonía… tampoco eso es mansedumbre.

Hombres como Abraham que siendo dueño de la promesa permite que Lot escoja (Génesis 13); Moisés que no se defiende de las acusaciones de sus hermanos (Números 12); Esteban orando por los que lo estaban matando a piedra (Hechos 7) y por supuesto, el Señor Jesús que se define a Sí mismo como manso y nos invita a aprender de Él (Mateo 11:28-29) nos enseñan que ninguno de ellos era débil de carácter o indolente. Ellos exhibieron la verdadera mansedumbre y por su ejemplo podemos decir además que la mansedumbre no es algo externo sino interno… es mucho más que soportar las ofensas porque me tocó, porque soy cristiano, sino hacerlo y disfrutar hacerlo (1 Pedro 3:13-17). Así es el verdadero creyente, es manso y es bienaventurado por ello. Ahora, examinémonos ¿soy siempre así, estoy dispuesto internamente a soportar las ofensas sin amargarme ni buscar venganza?

Oración: oh Señor no me entregues al juicio de un corazón duro que no se arrepiente, dame un corazón contrito a la voz de tu Palabra, dispuesto a obedecer a la verdad que hoy nos hablas. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 8 meses

Amén 🙏🙏🙏