Una justicia que no da en el blanco

Publicado el 9 de diciembre de 2024, 4:18

Los escribas y los fariseos eran gente que en tiempos de Jesús eran considerados como los ideales de santidad y cumplimiento de la ley: en cuanto a enseñar y transcribir las Escrituras nadie mejor que los escribas y en cuanto a observancia más rigurosa de esta enseñanza nadie más celoso que los fariseos. Sus modos de vidas eran algo que impresionaba a los hombres porque ellos incluso “superaban” las exigencias de la Ley. Por ejemplo, ellos hacían ayuno dos veces cada semana, cuando la Ley demandaba ayunar obligatoriamente una vez al año (Levítico 16:29) y voluntariamente cuando quisieran (Salmo 35:13); ellos diezmaban de todo y esto era un gran sacrificio, pero se olvidaban de hacer justicia y misericordia (Mateo 23:23) las vidas de estos “creyentes” era de mera apariencia de justicia: ellos se consideraban con autoridad para enseñar la Ley y se creían grandes por ello, pero Cristo no los veía así porque Él sabía que en la verdadera practica ellos quebrantaban la ley, ellos no tenían la justicia que Dios demandaba porque daban más trascendencia a lo que los hombres veían y no a lo que Dios veía de ellos.

Amada Iglesia de los escribas y los fariseos nosotros necesitamos aprender que la justicia propia nunca alcanzará el estándar de la justicia de Dios, es por ello que Jesús les dijo a Sus discípulos: “hagan como ellos dicen mas no hagan como ellos hacen” (Mateo 23:3) lo limitante de la justicia propia para complacer a Dios es que es una justicia meramente externa y no una justicia de corazón. Considerando esto es propio tener presente que es posible cumplir exteriormente con todo lo que demanda la fe sin ser afectados en lo profundo de nuestro ser, es decir cumplir con tradiciones que no producen ningún cambio en el corazón… al respecto recordemos que Cristo dijo: “bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” Iglesia, una santidad y justicia de solo apariencia sólo esconde maldad y corrupción tal como los sepulcros embellecidos en sus lápidas, por fuera se ven hermosos pero por dentro están llenos de inmundicia (Mateo 23:27-28) no importa cómo nos vean los hombres, si nuestra piedad es sólo apariencia delante de Dios somos tan repugnantes como lo que hay dentro de un féretro.

Todos somos tentados a una vida así, tentados a sentirnos bien porque cumplimos con asistir al culto, participamos de ciertas actividades eclesiales, porque ayudamos a la obra de Dios con nuestros recursos financieros, dones o talentos, porque tenemos algo de conocimiento y a veces incluso lo compartimos con otros y caemos en la sutil tentación de darnos palmaditas a nosotros mismos porque no somos tan malos como los otros hombres (Lucas 18:9-14) y descansamos en esas “buenas obras” y no en Cristo, que es quién produce en nosotros el querer como el hacer (Filipenses 2:13). Olvidamos fácilmente que por nuestras obras nunca alcanzaremos las exigencias completas que solo Cristo pudo lograr, Él nunca faltó a la Ley de Dios, nosotros si somos culpables de ello. Amada Iglesia no somos salvos por causa de nuestras buenas obras, pero si hemos sido salvados con toda seguridad que en nosotros habrá un deseo de tener buenas obras, no para que los hombres sean impresionados de algún modo, no para sentirnos bien con nosotros mismos, sino para obedecer el mandamiento de ser un pueblo escogido que vive vidas irreprensibles y que por causa de ello resplandece como luminares en el mundo en medio de una generación perversa y maligna… nuestras obras no son para hacernos salvos ni para mostrarnos a nosotros mismos como gente piadosa, las buenas obras de un cristiano se proponen dar a conocer las virtudes de Aquel que nos llamó de tinieblas a Su luz admirable, que aquellos que aún no han sido salvos vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios.

Oración: Señor Jesús tu cumpliste perfectamente todas las exigencias del Padre para Sus hijos, es por estar en ti que nosotros hemos sido perdonados y se nos ha dado la capacidad para obedecer las Escrituras en el poder del Espíritu Santo, Tú nos has hecho mediante el nuevo nacimiento ciudadanos del Reino de los cielos y nosotros queremos poseer la justicia que Tú has dicho que tienen los tales. Oh Señor en esta mañana no rogamos por obras que impresionen a los hombres o que nos hagan sentir bien con nosotros mismos, Te suplicamos Oh Padre eterno límpianos y aumenta en nosotros la capacidad de tener obras cuyo propósito sea únicamente promover Tu gloria y Tu magnificencia. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 5 meses

Amén 🙏🙏🙏