
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino” Mateo 5:23-25a
Es fácil caer en el pecado de asesinato, por ello Jesús hace énfasis en que debe haber en nosotros una actitud vigilante sobre nuestro corazón para evitarlo porque ningún acto externo de adoración puede expiar esta culpa. Si hemos pecado contra Dios de este modo la única salida es el arrepentimiento y la reconciliación con nuestro prójimo.
Entonces si para juzgarnos como asesinos Dios tiene en cuenta pensamientos y actitudes internas del corazón no podemos pretender adorar a Dios y creer que no ha pasado nada, no podemos engañarnos a nosotros mismos creyendo que esos pensamientos y actitudes no son importantes porque Cristo ya nos ha dicho que son una violación al sexto mandamiento. Es mejor detener cualquier acto de adoración, mostrar un verdadero arrepentimiento y procurar reconciliarnos con nuestro prójimo antes que presentar una adoración que asqueé el corazón de Dios “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos” (Isaías 1:12-15) Dios no puede ser burlado ni tampoco puede ser sobornado. La ofrenda que agrada a Dios debe provenir de un corazón abrumado por Su bondad que en respuesta a la gracia inmerecida que Dios le ha dado se entrega primero así mismo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12:1) y posterior a ello pone los pies de Dios todo lo que posee. Entonces al llegar a adorar consciente de Su inmerecida gracia y bondad, de lo mucho que se me ha perdonado no por mis obras sino porque el Unigénito del Padre se entregó por mí cuando yo era Su enemigo, entonces si Dios ha sido bueno, y me ha perdonado y ya no está enemistado conmigo, ¿por qué he de estar enemistado con mi prójimo? No importa lo enorme de mi sacrificio ni el tamaño de mi ofrenda… si he violado el sexto mandamiento, aunque sea con mi pensamiento, deseo u intención delante de Dios mis manos están llenas de sangre. Por tanto, el Señor nos urge a limpiarnos… si queremos y oímos Su invitación seremos limpiados y Él promete que comeremos del bien de la tierra (Isaías 1:18-19).
Cristo hace urgente la necesidad de aceptar la invitación de ser limpiados por medio del arrepentimiento y la reconciliación… En tanto que estamos en el camino, porque cuando menos esperemos ese camino terminará y si para cuando esto pase no hemos limpiado nuestras manos de la sangre de nuestro prójimo la eternidad no será suficiente para pagar hasta el último cuadrante.
Oración: Oh buen Dios ten misericordia y compunge nuestro corazón con arrepentimiento. Renueva en mí una firme resolución de hacer que en cuanto dependa de mí pueda estar en paz con los demás sin importar lo que suceda, que haya en mí el mismo sentir que hubo en Cristo: que santificar tu presencia y amar a mi prójimo pese mucho más que cualquier otra cosa. Amén
Añadir comentario
Comentarios
Amén 🙏🙏🙏