Él merece el más alto honor

“Además, habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” Mateo 5:33-37

En esta época del año es bastante común ver la hipocresía de quienes se abrazan y tratan bien por razón de las festividades para posterior a ello hablar mal del otro a sus espaldas. Esto visibiliza la realidad de que no hay verdad en las palabras o demostraciones de afecto que son hechas… tampoco hay verdad en los propósitos que son hechos porque desde antes de hacerlos no hay una intención firme de cumplirlos, no hay verdad en los deseos de navidad y fin de año cuando no estamos en verdad dispuestos a buscar intencionalmente el bienestar del otro. Ni que decir de las promesas “espirituales” hechas solamente con la intención de sobornar a Dios para asegurar Sus dadivas, pero no porque en verdad haya en nosotros un deseo por Dios. Así es en nuestros días y así era en los días de la encarnación de Cristo, no había verdad ni en los líderes ni en la sociedad, todos estaban acostumbrados a no andar en la verdad, antes cada cual tenía su verdad… y es por ello que ellos se consideraban justos y dignos de la salvación y protección de Dios (tal como hoy), dignos de ser respetados por los demás hombres.

El pasaje de hoy está relacionado con el tercer mandamiento que dice: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare Su nombre en vano” (Éxodo 20:7) de acuerdo al catecismo menor de Westminster este mandamiento demanda de nosotros usar santa y reverentemente los nombres, títulos, atributos, ordenanzas, Palabras y obras de Dios. Nunca debemos hablar de Dios sin reverencia. Dios también ordenó a Su pueblo que al momento de hacer un juramento juraran por Su nombre (Deuteronomio 6:13) es por ello que Dios exige verdad cuando hacemos un voto o un juramento y en Levítico 19:12 nos dice “no juraréis falsamente por Mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios” Dios espera que al prometer algo o presentar un juramento haya verdad en nuestro corazón y no que lo hagamos por mera formalidad o palabrería. El tercer mandamiento también se relaciona con el noveno “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16) este mandamiento nos demanda mantener y promover la verdad entre hombre y hombre, así como nuestra buena reputación y la de nuestro prójimo, especialmente al dar testimonio… romper el vínculo de estos mandamientos era una manera astuta para hacer posible incumplir aquellos juramentos en los que no se nombraba específicamente a Dios y con esto, los falsos maestros estimulaban al falso juramento y por tanto a la mentira.

Amada Iglesia, Dios habla y Sus palabras definen la verdad y, además, son dignas de confianza. Nosotros, que hemos sido creados a Su imagen, debemos hablar sólo aquello que es verdad. Vivir en los términos señalados por el tercer mandamiento da testimonio que Dios merece el más alto honor; Si Dios no hubiese puesto Su nombre en nosotros estaríamos completamente perdidos. Iglesia somos portadores de Su nombre que todas nuestras acciones y actitudes lo evidencien.

Oración: Oh Señor ten misericordia de nosotros y guíanos al arrepentimiento verdadero, que seamos un pueblo que ama y atesora la verdad tanto como Tú lo haces. Tú nos has redimido para hacernos un pueblo que libremente puede escoger agradarte a ti y vivir en santidad como Tú eres Santo, arranca Oh Señor de mi corazón esa mentira que me lleva a creer que aún falta que algo sea hecho en mi corazón para andar en rectitud… antes no podía porque estaba muerto en mis pecados, oh Señor si es verdad que he recibido vida y libertad llévame a aborrecer mi conformismo espiritual y urge mi alma por un avivamiento. Amén