Pero yo os digo…

Publicado el 24 de diciembre de 2024, 4:42

¿Cuál es el sentido de todo esto que enseña Cristo en contra de la falsa enseñanza de los escribas y fariseos? Mediante Su enseñanza el Señor está demandando a Sus discípulos… aquellos que son bienaventurados porque Dios les ha dado Su gracia inmerecida, que deben morir CADA DÍA a su yo en cada situación de su cotidianidad.

Morir al yo significa en primera instancia morir a cualquier deseo de venganza o autodefensa, a eso apunta Cristo cuando declara: “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” humanamente es natural para nosotros ante una ofensa responder igual o en mayor proporción, ya sea con la mirada, palabras, golpes o cualquier acción que nos otorgue la satisfacción de hacer daño a quien nos ha ofendido. Del mismo modo cuando nos quieren quitar algo, nos defendemos y respondemos con resentimiento… todo esto es natural para quien no ha nacido de nuevo, pero para quien si ha nacido de nuevo y que sabe que Dios ya no le juzga por su iniquidad y que ya no tomará venganza contra él a pesar de haberle ofendido con sus innumerables pecados, este tendrá una actitud diferente ante las injusticias y ofensas que pueda recibir en sus relaciones cotidianas, como dice Martin Lloyd Jones “un espíritu que no se ofende fácilmente, que no busca represalias inmediatas” esto no es otra cosa que descansar en el tierno y soberano cuidado de Dios, y por tanto dejar que Él, que juzga rectamente todas las cosas se ocupe de ello. Dios conoce a plenitud todas las cosas (incluso las que no se han materializado) no te afanes por vengarte o por defenderte a ti mismo, confía en Dios y en Su justicia… eso es morir al yo.

En segunda instancia, morir al yo significa morir a la soberbia y al orgullo. Cuando insistimos en vengarnos y hacer “justicia” por cuenta propia, cuando guardamos rencor y respondemos a la ofensa recibida, nos estamos amando más a nosotros mismos y estamos menospreciando a Dios y a los demás, eso es soberbia, y Dios resiste a los soberbios (1 Pedro 5:5). Tener que sujetarnos a aquello que la ley divina y la humana considera justo a veces puede herir nuestro orgullo, pero Cristo llama a Sus discípulos a atender a nuestro deber (aun cuando implique honrar a quien no lo merece) y estar dispuestos a ir incluso más allá sin amargura, odio o enojo, antes hacerlo con alegría y voluntariamente. Y finalmente, morir al yo implica morir a ese sentimiento de poseer y no desprenderme por ninguna circunstancia de lo que es mío. Dios desea que estemos atentos a las necesidades de los que nos rodean y que compartamos con el que padece necesidad (Efesios 4:28) ahora esto no quiere decir que suplamos la necesidad de quien no quiere trabajar (1 Tesalonicenses 3:10).

Ninguno que no haya nacido de nuevo puede obedecer esta instrucción. Quien aún vive preocupado por sí mismo, su imagen, reputación y derechos no podrá hacerlo. Solo un corazón regenerado y controlado por el Espíritu Santo puede, porque un cristiano verdadero es feliz en Cristo y por la comunión que tiene con Él, su felicidad no está determinada por lo que posee ni por lo que le hacen o no los demás. Un cristiano tiene una posesión que nadie puede quitarle, y esto es su comunión con Dios y esa es la fuente de todo su gozo y bien estar, por eso el deseo de todo cristiano antes que defender o mantener una posición aquí en la tierra es morir cada día más a su naturaleza para tener mayor comunión y dependencia con Aquel que es la fuente de todo bien en su vida.

Oración: Oh Padre que en mí también pueda ser hallado este deseo y que todos mis esfuerzos evidencien que este es mi anhelo. Amén

Valoración: 4.5 estrellas
4 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 4 meses

Amén 🙏🙏🙏