Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo

Publicado el 26 de diciembre de 2024, 5:04

Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” Mateo 5:43-45

Los verdaderos discípulos de Cristo deben poseer y actuar consecuentemente con una justicia que sea mucho más que un mero formalismo exterior, una justicia que llene nuestras vidas de adentro hacia afuera. Pero ¿Cómo podemos tener una justicia perfecta que pueda traducirse en amor al prójimo incluso a nuestros enemigos?

Para entenderlo es necesario saber que no existe un mandamiento donde se nos ordene odiar a alguien, ni siquiera los salmos imprecatorios lo ordenan ¿Por qué entonces Jesús dijo esto? Los fariseos como muchas otras personas interpretaron el clamor dirigido al Señor en los salmos imprecatorios que piden el castigo para los enemigos de Su pueblo como una declaración de odio, pero Cristo está corrigiendo tal creencia: a ustedes se les enseñó así…” Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo…” el espíritu de la ley es amar al prójimo sin importar quien pueda ser este, es decir no sólo debemos amar a los que son nuestros amigos y copartidarios: nuestro prójimo es todo aquel que está próximo a nosotros sea quien sea. La cultura de los tiempos de Jesús consideraba que solo los judíos eran su prójimo, incluso dentro de ellos mismos había gente excluida (cobradores de impuestos, rameras, borrachos… etc.) gente que para los más “piadosos” eran impíos con los cuales no tenían ninguna relación. El resto de las naciones eran catalogados como gente sin dignidad, para los judíos eran como perros. La “piedad” que les enorgullecía tanto les había hecho olvidar que, sin importar el credo, TODOS los seres humanos fueron hechos a imagen y semejanza del Único Dios Verdadero y que lejos de mandarles a menospreciarles Dios había ordenado que amarán al extranjero, aunque no fuera judío (Deuteronomio 10:19) lo que Dios sí había mandado era a no tomar sus prácticas, porque las demás naciones Dios no vivían acorde a la Ley de Dios… lo paradójico es que ellos aborrecían a las personas pero se complacían en sus prácticas pecaminosas. Ese menosprecio levantó como dice la Escritura una pared intermedia que fue derribada con la vida y muerte de Cristo. Cristo nos enseña que no sólo los que piensan y viven igual que nosotros son el prójimo que debemos amar.

Jesús dice: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” como ya hemos dicho antes esto que Cristo ordena sólo es posible para alguien que ha sido regenerado por el nuevo nacimiento, sólo un cristiano puede hacer a un lado las represalias porque ha muerto para sí mismo (Gálatas 2:20) sólo un cristiano puede ir más allá de lo que legalmente está obligado a hacer para honrar a quien “no lo merece” porque no está preocupado por sí mismo y por ello puede tratar a los demás sin importar lo que son o han hecho. Un cristiano puede entender que TODOS somos pecadores, y que sólo los que han sido redimidos han escapado del lazo del diablo, los demás permanecen cautivos. Al entender esto no se llena de amargura ante las ofensas o daños que pueda recibir, contrario a esto es capaz de demostrar amor en respuesta, de hacer bien y orar por la misericordia de Dios para sus enemigos. Un cristiano no resiste al que es malo, todo lo contrario, un cristiano vence al mal haciendo el bien (Romanos 12:21).

Amamos a nuestro prójimo no porque sean buena gente o porque nos trate bien, les amamos porque somos hijos de Aquel que demuestra Su amor día a día haciendo bien tanto a buenos como a malos… Aquel que nos amó primero cuando aún nosotros éramos Sus enemigos.

Oración: Señor nada de lo que me estás pidiendo complace a mi carne, pero si yo aún viviera para complacerme a mí mismo yo no sería tu hijo. Lejos esté de mí hacer tal cosa, antes concédeme la gracia de que lo que viva en la carne lo viva en la fe y para gloria de Aquel que me amó y se entregó a Sí mismo por mí. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 4 meses

Amén 🙏🙏🙏