
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” Mateo 6:9
El catecismo mayor de Westminster dice respecto a esta primera petición del Padre nuestro: “reconociendo la profunda incapacidad e indisposición que hay en nosotros y en todos los hombres para honrar a Dios rectamente, pedimos que Dios por Su gracia nos capacite tanto a nosotros como a los demás para conocerlo, aceptarlo y estimarlo altamente, Sus títulos, atributos, ordenanzas, palabra, obras y todas aquellas cosas por las cuales a Él le place darse a conocer; y que podamos glorificarlo en pensamiento, palabra y obra; que Él impida el ateísmo, la ignorancia, idolatría, impiedad y todo lo que lo deshonra; y que por Su providencia que todo lo gobierna, dirija y disponga todas las cosas para Su propia gloria” Dios es Santo (Levítico 19:2), cuando oramos a Él diciendo “santificado sea Tú nombre” estamos rogando implícitamente santifícame para poder santificarte porque que nosotros no tenemos esta santidad, sino que es Dios Padre quien nos limpia (Juan 15:1-2) por ello Cristo nos enseña a rogar: “santificado sea Tú nombre”.
Esto quiere decir, que Dios pueda ser conocido por nosotros y por todo el mundo como un Dios santo, un Dios justo que no tolera el pecado y que bajo ninguna circunstancia tendrá por inocente a aquel que es culpable. Un Dios vivo y verdadero que se ha dado a conocer a Su pueblo en todas Sus perfecciones para que Su pueblo le adore en espíritu y en verdad, para que Su pueblo reverencie y honre Su presencia. Pero esta petición también implica un ruego para que Dios sea exaltado por quien Él es: el Único Dios Verdadero, no existe nada ni nadie con lo que pueda ser comparado o igualado (Isaías 40:25) ¿Cómo no estar maravillados ante todo lo que Él es y todo lo que Él ha hecho? ¿Cómo permitir que cosas que no pueden ser comparadas con Él nos impidan estar perplejos y absortos ante Su grandeza y el peso de lo que Él es y ha hecho? ¿Cómo negarnos a dedicar tiempo delante de Él rogando “santificado sea Tu nombre”?
Cuando oramos como Cristo enseñó, también estamos pidiendo: que yo te conozca y que pueda darte a conocer a otros a través de mi vida, eso es santificado sea Tu nombre. Iglesia estamos llamados a anhelar fervientemente que nuestro Dios, Aquel que nos tomó de tinieblas para trasladarnos a la luz sea reconocido como ese que es el más Grande entre los grandes, como el Señor de los señores, como un Dios que es incomparable en todas Sus perfecciones y esto es algo que debe suceder no sólo cuando participemos del culto público en que juntos tributamos alabanzas a Él, rogamos “santificado sea Tu nombre” para poder vivir vidas transformadas por Su Palabra, vidas que están rendidas a adorarle no sólo en la congregación sino en el diario vivir, en la cotidianidad de la vida, haciendo de cada situación una oportunidad para que Él sea reverenciado y tenido en alta estima.
Oración: Misericordioso Señor gracias por la gracia que me has concedido en Cristo, que a pesar de mi indignidad Sus obras me dan la confianza para venir a ti. Tú nombre es digno de ser santificado, por ello en esta hora te ruego me hagas capaz de glorificarte a través de todo lo que órdenes para mi vida, Oh Señor sírvete de todas mis circunstancias y da a conocer por medio de ellas cada una de Tus perfecciones. Concédeme conocerte y capacítame para darte a conocer a través de mi vida. Amen
Añadir comentario
Comentarios
Amén 🙏🙏🙏