
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” Mateo 6:22-24
Cristo nos ha exhortado: “hagan tesoros en el cielo porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” pero ¿cuál es la inclinación natural de todo ser humano sino buscar acumular tesoros terrenales en lugar de poner su mirada en las cosas celestiales? Esta inclinación natural revela cuan terrible es nuestra condición y cuan profunda nuestra necesidad de nacer de nuevo y tener un corazón transformado por la gracia de Dios. Pero el escrutinio de Cristo no ha terminado, el prosigue Su enseñanza con el pasaje que iniciamos y lo que ahora hará será derribar la falsa esperanza que muchos albergan de poder servir a Dios y al mismo tiempo tener otro señor al que también sirven y honran.
Fuimos creados por Dios como un ser espiritual y material facultado para vivir para la gloria del Dios que nos creó. Pero por causa del pecado todas las facultades que nos fueron otorgadas en imagen y semejanza del Único Dios Verdadero dejaron de ser instrumentos para glorificar a Dios y pasaron a convertirse en instrumentos de esclavitud al pecado, tal como Pablo lo describe en Romanos 1:18-32. El pecado es lo que ciega nuestro entendimiento, esa mente facultada para ver a Dios y asombrarse con Su gloria ha sido cauterizada y oscurecida. Sin importar cuan brillante pueda ser la mente humana, los descubrimientos o inventos que pueda alcanzar, la mente que por causa del pecado está en tinieblas jamás podrá ver a Aquel que habita en luz inaccesible y tampoco será capaz de gobernar los instintos carnales que le condenan a hundirse en el pecado del mismo modo que un cerdo no puede contener su deseo de revolcarse en el lodo y un perro de volver a comer lo que ha vomitado (1 Pedro 2:22).
Es este entendimiento entenebrecido a lo que Cristo identifica como el “ojo maligno” porque en lugar de ser luz a todo el ser, hace que este permanezca en tinieblas. Es esta la razón por la cual el ser humano está inclinado naturalmente a buscar tesoros terrenales y a ignorar la miserable realidad de que tales tesoros son pasajeros y corruptibles… el fulgor efímero de los bienes temporales les lleva a vivir desenfrenadamente y a olvidar que un día tendrán que rendir cuentas por todas sus obras incapaces de poder valorar correctamente las cosas y viven a su manera sin importar que Dios les hable a través de Su creación y de Su Palabra. Es este ojo maligno el que hace que el cristiano de apariencia ponga su vida mundana por encima del llamado a servir exclusivamente a Dios, este ojo maligno le lleva a esforzarse por combinar la vida mundana con el servir a Dios, algo que es absolutamente incompatible como lo son la luz y las tinieblas (2 Corintios 6:14-15) Entonces si la luz que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad! Cuán grande el engaño del maligno sobre el mundo que no puede ver y cuán grande la ruina del pecado que arruina totalmente aun cuando promete riquezas y placeres.
Quienes tienen un ojo maligno por no haber nacido de nuevo procuran acumular bienes temporales: dinero, posesiones materiales, amistades, familia, estatus, ministerios reconocidos… etc. Pero nada de esto sirve para saciar la sed del alma sin importar cuanto bebamos de ello, sin importar cuanto satisfagas los apetitos de tu carne nunca podrás a través de ello satisfacer tu ser espiritual (Mateo 16:26) Al final de los días, cuando tengan que presentarse ante Dios, aquellos que siempre tuvieron un ojo maligno no podrán escapar del castigo eterno, sus muchos bienes temporales que tomaron el lugar de Dios se levantarán como un testimonio contra ellos de que toda su vida sirvieron a otro señor, que nunca conocieron a Dios y que nunca obedecieron a Su evangelio.
Finalizo esta meditación con una pregunta ¿Cómo es tu entendimiento? ¿Es un ojo que puede ver la grandeza de Dios y que es capaz de inclinar a todo tu ser a vivir para la gloria de Dios? O ¿es un ojo maligno que llena de tinieblas tu vida? Oremos como un día lo hizo Agustín de Hipona “Dios Todopoderoso nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en Ti. Concédenos pureza de corazón y firmeza de propósito, que ninguna pasión egoísta nos impida conocer Tu voluntad y que ninguna debilidad nos impida cumplirla” Amén
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Amén 🙏🙏