¿Por qué te abates alma mía? ¡mira las aves!

Publicado el 22 de enero de 2025, 4:03

Jesús nos ha ordenado: “No se afanen por nada” en lugar de eso miren las aves: ellas buscan diligentemente, pero sin afán y Dios retribuye su esfuerzo proveyéndoles lo que necesitan. Al igual que nosotros ellas gozan del sostén de Dios, pero a diferencia de ellas nosotros los que hemos obedecido al evangelio somos Sus hijos… por tanto, no seas incrédulo sino creyente, antes que deshonrar a Dios con tu incredulidad hónrale con la manera en que ves y vives la vida, que el modo en que lo haces testifique que en verdad le conoces y que has obedecido Su evangelio.

El Señor nos dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta” Dios cuida de Su creación, pero tiene un trato diferenciado con el ser humano. Para el hombre Él ha dispuesto como medio de sustento sembrar, cosechar y almacenar, aunque por causa del pecado debamos hacerlo con más esfuerzo (Génesis 3:19) el trabajo no es un castigo al pecado, desde antes de pecar ya Dios había ordenado un trabajo para que el ser humano lo llevara a cabo. Dios sustenta al hombre bendiciendo la labor que hace y las aves son sostenidas de manera diferente, en Su providencia Dios dispone para ellas alimento en el ecosistema donde viven ¿no deberías considerar que si Dios hace eso con las aves no puede hacer también eso por nosotros? Es lo que Jesús dice: el Padre alimenta a las aves a ustedes también los alimentará porque ustedes son Sus hijos. Sería antinatural que un padre cuide de las aves y desatienda a sus hijos. Pero ¿Quiénes pueden tener la seguridad de ser hijos del Padre celestial? Bueno la Escritura los describe de distintos modos: aquellos que le recibieron y creen en Su nombre (Juan 1:12), aquellos que nacieron de nuevo (Juan 3:3) y por haber nacido de nuevo tienen al Espíritu Santo y son guiados por Él (Romanos 8:14-15) los que han sido hechos una nueva criatura (2 Corintios 5:17) los que ya no viven para sí mismos (Gálatas 2:20) los que se niegan a sí mismos y cada día toman la cruz para seguirle (Marcos 8:34) y andan como Él anduvo (1 Juan 2:6). Es a los hijos del Padre celestial a los que Cristo les está diciendo que Dios hará mucho más por ellos, no simplemente porque sean Su creación, sino porque a diferencia del resto de la creación nosotros que antes estábamos sin esperanza y sin Dios en el mundo hemos sido hecho cercanos a Él por la sangre de Cristo, miembros de la familia de Dios (Efesios 2:11-19) de modo que la ansiedad y preocupación por nuestro sustento diario debe dar paso a la confianza en el hecho de que somos hijos y por tanto receptores de su especial cuidado y amor.

A parte de esto que es abrumadoramente esperanzador el Señor nos proporciona un argumento más para no afanarnos: nadie puede alargar su existencia, Él lo dijo así: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” más que aumentar centímetros a nuestra estatura, el enfoque de esta expresión apunta más a la realidad de que es imposible que nosotros podamos prolongar nuestra existencia más allá de lo que Dios ha establecido (Job 14:5) entonces no tiene sentido afanarnos por nuestra existencia porque no es lo que hacemos lo que nos mantiene con vida, debemos ser buenos administradores de nuestra salud pero eso no es lo que garantiza que nuestra vida se prolongue…. Somos frágiles y nuestros días están contados desde antes de nacer por ello debemos aprender a vivir al amparo de Dios y esperando por completo solamente en su salvación (Salmo 90:1-12) en Su mano están nuestros tiempos (Salmo 31:15) Él es quien no sólo nos ha dado la vida, Él es quien nos formó en el vientre de nuestra madre (Salmo 139:13-16) Entonces si Él nos ha dado lo más grande que es la vida física y la vida espiritual ¿Cómo no podrá cuidar de las cosas más pequeñas de nuestra existencia? (Romanos 8:32)

Oración: Precioso Señor nosotros somos esos que por causa de Tu gracia podemos tener la certeza de que, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que te pertenecemos a Ti que eres nuestro Salvador. Oh misericordioso Señor que las cosas temporales de esta vida no me roben la paz de esta certeza, antes que yo pueda como el salmista estar maravillado con lo que Tú haces y que del mismo modo todas Tus determinaciones y pensamientos me sean preciosos y fuente de descanso para mi alma. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 3 meses

Amén 🙏🙏