¿Por qué te abates alma mía? ¡mira las flores!

Publicado el 23 de enero de 2025, 5:22

Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió, así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” Mateo 6:28-30

Entre los judíos Salomón era un referente en cuanto a esplendor y gloria, pero Cristo les está diciendo que todo este esplendor es opacado cuando consideramos las flores que sin necesidad de hilar, confeccionar y diseñar un vestido han sido dotadas por Dios con una apariencia mucho más majestuosa que la exquisitez de la vestimenta que Salomón pudo portar. A Dios le plació hacer otorgar esta gloria singular a las flores que a pesar de su esplendor terminan marchitándose y que finalmente solo serán yesca seca útil solo para avivar el fuego. Lo que Cristo quiere a través de esta observación es llevarnos a entender que si nuestro Padre celestial viste de esta manera a las flores también hará lo mismo con nosotros. Si a pesar de su frágil transitoriedad Dios las viste así ¿No podrá Dios también hacer lo mismo con Sus hijos? ¿no hará cosas más grandiosas para Sus hijos? Y la respuesta a estas preguntas es: Sí, Dios también te proveerá y te sustentará de todo lo que es necesario para tu vida aquí y ahora. Iglesia, Cristo nos está diciendo: “no te afanes” mira las flores es tu Padre celestial quien las viste así y contigo Él hará también lo mismo. Entonces ¿Por qué te angustias e incluso te amargas viviendo del mismo modo que viven quienes no conocen a Dios? ¿Por qué no crees… dónde está tu fe?

Incredulidad, eso es lo que manifiesta el afán y la ansiedad con la que enfrentamos y vivimos la cotidianidad de nuestras vidas. Somos como los discípulos en la barca creyendo que a Dios no le importa y al igual que ellos el modo en que actuamos frente a la necesidad le está gritando a Dios ¿No tienes cuidado que perecemos? (Marcos 4:38) es increíble que después de todo lo que acababan de presenciar ellos pudieran estar tan atemorizados ante la tempestad, pero ¿No nos sucede a nosotros también lo mismo? Triste y vergonzosamente sí, tan pronto consideramos que no tenemos lo que se necesita para cubrir una necesidad nos olvidamos que Aquel que ha prometido suplir todas nuestras necesidades es el mismo que no escatimó el entregar a Su Unigénito Hijo para suplir nuestra mayor necesidad: una vida espiritual y salvación eterna. Piensa El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? (Romanos 8:32).

La salvación que Dios nos ha otorgado en Cristo es integral y abarca todo nuestro ser. Muchos tienen el conocimiento y creen que Cristo murió en la cruz para el perdón de sus pecados y para dar vida eterna, de modo que sea a través de la muerte o de la segunda venida de Cristo irán al cielo… pero se olvidan que la vida cristiana de principio a fin es una vida de fe, que la fe no sólo es indispensable para nacer de nuevo también lo es para vivir en la presencia de Dios y que del mismo modo en que creo que Dios cuidará de mi alma Él también lo hará con todas las áreas de mi vida, incluso los detalles más pequeños (Mateo 10:29-31) no creamos solo en algunas cosas, creamos a todo lo que Dios ha dicho. En lugar de abrumarnos por las dificultades y la ansiedad del mundo que desenfrenado vive sin Dios anclemos nuestras almas en las promesas de Dios y hallaremos paz que sobrepasa todo entendimiento.

Lo que Cristo nos está diciendo en otras palabras es: No duden del amor de Dios para con ustedes porque “si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” Dios no cambia Iglesia, confía en Él porque sin importar como se vean las cosas Él tiene el control y la capacidad de hacer que todo (dolor, enfermedad, muerte, escasez) obre para bien de aquellos que le aman y para gloria de Su nombre.

Oración: Padre eterno ¡cuántas promesas incomparables Tú nos has dado, pero cuán poco las creemos y descansamos en ellas! Cuantas aflicciones permitimos nos roben el gozo en balde por no anclarnos a lo que Tú has dicho, por no descansar en Tú fidelidad y centrarnos sólo a contemplar nuestra necesidad. Perdona porque también somos hombres de poca fe, dudamos de Tu Palabra y vivimos angustiados por las necesidades cotidianas de la vida… por cosas temporales que hemos catalogado como indispensables. Te deshonramos con nuestra incredulidad al estar afanados y angustiados por lo temporal siendo que la vida y el cuerpo es más que eso. Límpiame Oh Señor de toda incredulidad, afirma mi fe y hazme crecer en ella para que sin importar mis circunstancias yo pueda honrar Tu nombre mostrando con mis actitudes y pensamientos que Tú eres digno de confiar, Oh Señor que mi vivir en lugar de ser tropiezo para los que no han creído sea una invitación a que ellos también puedan fundamentar sus vidas en un fundamento inconmovible como sólo lo eres Tú. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 3 meses

Amén 🙏🙏🙏

Yamileth
hace 3 meses

Así es, Ayudanos señor, amén