El terrible caso del oftalmólogo ciego

Publicado el 31 de enero de 2025, 3:58

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?  ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” Mateo 7:3-5

A través de este pasaje, Cristo se encarga de evidenciar que mientras no hayamos entendido Su gracia y no conozcamos la dureza y maldad de nuestro corazón seremos incapaces de emitir un juicio justo, correcto y con misericordia, contrario a esto nuestro juicio será una representación teatral tratando de fungir como oftalmólogos siendo que estamos ciegos, tan ciegos que no podemos percibir la viga que está en nuestros propios ojos y que es imposible que pueda permitirnos ver y juzgar bien ¿Cómo podría un ciego hacer un procedimiento quirúrgico para extraer un pequeño sucio en el ojo de otra persona? Atreverse a hacerlo podría traerle complicaciones legales dado que no tiene las competencias físicas que demanda tal procedimiento.

Tan absurdo como suena el ejemplo que nos da Cristo es también que alguien que es incapaz de reconocer y ver sus propias tinieblas pretenda guiar a otros hacia la luz. Respecto a esto recordemos lo que Cristo ha enseñado antes acerca de la lámpara del cuerpo, si la lámpara de tu cuerpo está en tinieblas todo tu cuerpo también lo está… si tu entendimiento está tan cauterizado que no puede reconocer su propia maldad y arrepentirse de ella ¿cuántas no serán las mismas tinieblas que hay en ti? Es absurdo que estando viviendo superficialmente y sin un compromiso verdadero con Cristo y Su Iglesia al mismo tiempo estemos señalando lo que otros hacen, que posiblemente pueda ser incluso menos escandaloso que lo que nosotros estamos practicando al saber hacer lo bueno y no estar haciéndolo.

El ministerio de la restauración como lo dice Pablo en Gálatas 6:1 sólo puede ser llevado a cabo por creyentes que son espirituales, pero ser espiritual es mucho más que haber oído, creído y obedecido el evangelio y haber recibido al Espíritu Santo (Gálatas 3:14) un creyente espiritual es aquel que vive por el Espíritu, anda por el Espíritu (Gálatas 5:16,25) y siembra para el Espíritu (Gálatas 6:8) un creyente espiritual no encuentra su valor a través de la comparación con los demás por ello no es jactancioso ni tiene una actitud de superioridad. Cuando miramos la paja en el ojo de los demás ignorando la viga que está en el nuestro para encontrar algo de lo cual jactarnos comenzamos a vivir en la carne. Un creyente que es incapaz de reconocer sus propios pecados actúa como un oftalmólogo ciego, al señalar en otros quizás los mismos pecados que no ha sido capaz de confrontar incluso en su propia vida. Entonces qué ¿Evitaremos la disciplina en la Iglesia o en nuestras familias? ¿toleraremos el pecado? De ninguna manera. Lo que Cristo quiere es que evitemos tener un espíritu condenatorio e hipercrítico que pretende señalar en los otros los pecados sin considerar los propios.

Es una hipocresía ante Dios ignorar nuestra maldad, pero estar dispuestos a ser implacables cuando se trata del pecado de otro. Cristo no quiere que nos ensañemos contra las personas, Él quiere que seamos creyentes espirituales capacitados por el Espíritu Santo para restaurar con mansedumbre a otros creyentes e incluso a quienes aún permanecen muertos en sus delitos y transgresiones. Iglesia, el evangelio nos enseña que hemos sido hallados pecadores (Gálatas 2:17) y que delante de Dios no somos mejores, si hay algo bueno en nosotros es por pura gracia, de otra manera en vano sería la muerte de Cristo (Gálatas 2:21) y para terminar meditemos en el siguiente interrogante ¿Cómo es posible que a nosotros Cristo nos rescatara de la muerte, pero nosotros no estamos dispuestos a restaurar al que ha caído?

Oración: Amado Señor hoy al igual que Tus discípulos en el tiempo de Tu ministerio terrenal rogamos a ti ¡auméntanos la fe! Porque al mirar hacia dentro de nosotros mismos es imposible no reconocer que necesitamos de Tu ayuda. Oh Señor no hay en nosotros tal bondad natural que nos inste a restaurar al caído cuya única esperanza está en Ti. Perdona mi corazón que tantas veces se ha endurecido y a abrazado la justicia propia. Señor Tu Iglesia necesita de hombres y mujeres espirituales, que estén dispuestos para ser usados por Ti como instrumentos útiles para restaurar a otros como ellos mismos han sido restaurados por Ti. Oh Señor perdona nuestra maldad y auméntanos la fe. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 3 meses

Amén 🙏🙏

Yamileth
hace 3 meses

Amén.