
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” Mateo 7:12
Lo que muchos consideran que este versículo quiere decir es algo así: “¿Quieres que te traten bien? pues haz lo mismo con los demás” interpretarlo de este modo nos dejaría a merced de nuestra propia capacidad para cumplir algo que claramente no podemos y además nos haría presuponer que cualquiera, creyente o no, está también en la capacidad de obedecer este mandato. Entonces ¿Cómo debemos aplicar esta enseñanza a nuestra vida y contexto el día de hoy?
Puntualicemos inicialmente que la regla de oro ha sido dada exclusivamente para los cristianos, es decir, para aquellos que han sido regenerados y que ahora viven y andan como Cristo (1 Juan 2:6) es posible que aquellos que no conocen a Dios ni han obedecido a Su evangelio vivan premisas similares a esta, pero las viven en un sentido utilitarista, es decir, utilizando lo que hacen para garantizar un beneficio futuro, algo así como: “si hoy yo te hice un favor, espero que el día que yo necesite un favor tuyo tú no me lo niegues y estés dispuesto a tratarme como yo te he tratado hoy” el corazón no regenerado sólo puede llegar hasta aquí, hacer el bien por causa propia y no por la gloria de Dios. Así las cosas, aunque este modo de vida parezca oro no es oro verdadero, es una grotesca imitación. No existe la más mínima posibilidad que un corazón no regenerado por la gracia de Dios pueda ser capaz de obedecer este mandamiento tal como lo demanda Cristo, los hombres podrán verte haciendo el bien, pero Dios juzga no solo que ven los hombres, Él también examina la intención que está detrás de lo que es visible a los ojos.
Esta regla de oro es igual al resto del Sermón del monte, algo que sólo puede ser obedecido por aquellos que Jesús ha descrito como bienaventurados, aquellos que por ser hijos del Padre celestial han sido llamados a hacer tesoros en los cielos y no en la tierra, aquellos que por la gracia de Dios han podido ser conscientes de su miseria espiritual y que reconocen que separados de Dios es imposible que puedan vivir la vida justa que Él demanda, esa vida que es vivida en Su presencia y para Su gloria ¿Por qué sólo un cristiano puede obedecer perfectamente la regla de oro? Porque sólo alguien que verdaderamente ha nacido de nuevo tiene un corazón nuevo cuyos afectos están centrados no en recibir reconocimiento ni gloria de los hombres, sino que su accionar está enfocado únicamente en la gloria de Dios: que Dios se magnificado a través de todo lo que hace y vive. Un cristiano verdadero, en esto vuelvo a hacer la salvedad: no todo el que asiste con regularidad a una Iglesia local es un cristiano ¿Cómo los diferenciamos? Por sus frutos, dijo Cristo. Entonces un cristiano verdadero por la gracia de Dios no entiende esta regla de oro en un sentido utilitarista, un cristiano verdadero no ve este mandamiento como una oportunidad de asegurar un beneficio de su prójimo, sino que para él esta regla de oro no es otra cosa que un mandato a amar como ama el Padre celestial.
Oración: amado Dios queremos vivir vidas que anuncien la gracia que Tú has concedido a nuestras vidas, ser un pueblo que con su conducta anuncia las virtudes de Aquel que nos trasladó de tinieblas a luz, un pueblo santo que vive para santificar Tu nombre en todo momento. Ayúdanos oh Señor a no desmayar en este propósito. Amén
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Amén 🙏🙏🙏