
“Temed a Jehová, vosotros Sus santos, pues nada falta a los que le temen” Salmo 34:9
El pasaje de hoy nos invita a reflexionar sobre el profundo significado del temor de Dios, una temática central que atraviesa todo el Salmo 34. Este salmo no solo ofrece una ilustración práctica del temor reverente hacia el Creador, sino que también revela las experiencias y pensamientos de aquellos que han sido tocados por la misericordia divina y han experimentado Su salvación.
Es crucial que tanto niños como adultos consideren lo que verdaderamente significa vivir en el temor de Dios. Este gozo y bienestar que menciona el salmo son características de una vida en comunión con Él, y, a lo largo del texto, se manifiestan múltiples aspectos dignos de explorar. En esta ocasión, sin embargo, dirigiremos nuestra atención hacia algunas reflexiones esenciales en relación con el llamado que encontramos en el verso 9. Esta es una exhortación dirigida especialmente al pueblo de Dios, a aquellos que han sido elegidos y separados para Su propósito; somos un pueblo especial llamado a vivir con una reverencia genuina hacia nuestro Creador. Si somos llamados a temer a Dios, surge una pregunta fundamental: ¿qué entendemos realmente por este temor? ¿Es nuestra concepción del temor de Dios la adecuada? Si preguntara a quienes me escuchan en este momento, “¿temes a Dios?”, ¿qué respuesta obtendría?
La Escritura enseña que el principio de la sabiduría es el temor del Señor (Proverbios 1:7). Esto señala que no podemos vivir de manera correcta o sabia sin cultivar ese temor reverente hacia Él. Para muchos, el temor de Dios se reduce a un miedo por las graves consecuencias que podría acarrearnos desagradarlo, como el temor al infierno. Sin embargo, esta perspectiva superficial a menudo resulta en una vida de rebelión encubierta contra los preceptos de Dios, un cristianismo superficial y de apariencias con el que se intenta silenciar la conciencia mediante la realización de ciertos rituales religiosos, temerosos de ser condenados a la perdición eterna en cualquier instante.
Es crucial entender que el verdadero temor de Dios no se manifiesta solo como un miedo punitivo, sino como un respeto profundo que conduce a una relación auténtica con Él. El verdadero temor a Dios nos invita a reconocer Su grandeza y Su amor, y a responder a Su gracia con una vida que glorifique Su nombre. La verdadera esencia del temor de Dios radica en vivir en constante asombro por Su bondad y en un deseo ferviente de caminar en Sus caminos.
Oración: Amado Padre Celestial, te agradecemos por Tu Palabra y por la revelación de Tu carácter a través de ella. Hoy venimos ante Ti con corazones humildes, reconociendo la grandeza de Tu amor y la profundidad de Tu misericordia. Te pedimos que nos ayudes a entender y a abrazar el verdadero temor de Ti, uno que nos conduzca a una relación íntima contigo y que nos impulse a vivir en virtud y obediencia a Tus mandamientos. Rogamos por sabiduría para aplicar este temor en cada aspecto de nuestras vidas, así como para guiar a nuestras familias y comunidades a conocerte y temerte de manera correcta. Que no seamos esclavos de un miedo superficial, sino que aprendamos a reverenciarte y a adorarte en espíritu y verdad. Transforma Oh Señor, nuestras percepciones y renueva nuestros corazones, para que podamos experimentar el gozo y el bienestar que solo provienen de una vida entregada a ti. Usa nuestras vidas para glorificar Tu nombre y para atraer a otros a la luz de Tu salvación. Amén
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Amén 🙏🙏