
Hoy reflexionaremos sobre el extraordinario legado del temor de Dios que se manifiesta en la vida de Isaac. Su historia nos enseña que el temor de Dios no es solo un principio de reverencia, sino un pilar fundamental que impacta a generaciones. Isaac nació de un milagro; su madre fue estéril, pero el Dios que anunció su nacimiento cumplió Su promesa a pesar de las imposibilidades físicas. La Escritura nos dice que Abraham su padre “creyó en esperanza contra esperanza, y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:18-21) Esto establece un patrón importante: el temor a Dios se nutre de la confianza en Su fidelidad. Al enfrentarse a la dificultad de la infertilidad de su propia esposa Rebeca, Isaac se dirigió a Dios en oración, mostrando que había aprendido a temerlo y confiar en Su poder (Génesis 25:21). ¿Qué enseñanzas podemos extraer de esto? Que la oración es vital en nuestras vidas, y demostrar confianza ante las dificultades es un reflejo del verdadero temor de Dios.
Este legado no se detuvo en Isaac. Cuando Jacob, su hijo, se encontró con su propio momento de crisis, también vio la mano de Dios en su vida. A través del encuentro con Dios en Betel, Jacob fue reafirmado en las promesas que había recibido a través de su padre, mostrando que el temor de Dios trasciende generaciones (Génesis 28:13-22) ¿Cómo estás enseñando el temor de Dios a tus hijos o a las personas a tu alrededor? ¿Qué ejemplo estás siendo en tu vida diaria que demuestre tu confianza en Dios? Tu mayor legado es el temor a Dios, no se trata de las posesiones materiales que dejes a tus hijos o seres queridos para asegurar su bienestar. El mejor legado que podemos ofrecer a la iglesia, que perdurará hasta la venida de Cristo, no son los edificios que construyamos ni las historias de nuestras hazañas, lo más valioso que podemos transmitir es el temor de Dios.
Abraham, Isaac, Jacob y sus descendientes vivieron en la presencia de Dios, levantando altares y adorándolo en gratitud. El temor de Dios les enseñó a ofrecer adoración exclusiva a Él. ¿Padres, cómo enseñan devoción a sus hijos?, ¿qué tan importante es para ti reunirte en familia para adorar a Dios? ¿les estamos enseñando que Dios es lo más importante para nosotros, y que nuestra vida no es nuestra sino de Dios? El temor de Dios es algo que se aprende y se vive toda la vida, y su impacto se extiende a los que están a nuestro alrededor y a los que vendrán después de nosotros. Tu temor le hablará a los que vengan después de ti acerca del Dios en el cual pueden confiar, al cual deben servir, y delante del cual están llamados a vivir diariamente.
Oración: Misericordioso Dios debo reconocer que muchas veces no te reconozco ni te temo lo suficiente como para obedecer Tus mandamientos. A menudo, desobedezco por temer más a los hombres que a Ti, dejándome influenciar por un mundo egoísta que me susurra mentiras que acepto como verdades. Perdóname Señor por buscar agradarme a mí mismo o a los demás, en lugar agradarte a Ti, cuyo nombre ha sido invocado sobre mí. Ten misericordia de mí, ayúdame, enséñame y me mantenme firme en Tu temor. Amén.
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