Viviendo bajo Su mirada

Publicado el 7 de marzo de 2025, 3:44

“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos Sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y Sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” Deuteronomio 10:12-13

Somos llamados a vivir en el temor del Señor en cada faceta de nuestra existencia. No hay rincón de nuestra vida que pueda quedar excluido de Su santa mirada. Desde los pensamientos más íntimos hasta los deseos más recónditos, desde las acciones que realizamos en la privacidad de nuestro hogar hasta las que manifestamos en público, todo, absolutamente todo, debe estar impregnado del temor de Dios.

El Señor, en Su infinita sabiduría, proveyó a Su pueblo con mandamientos claros que delinean el temor de Dios en la práctica, Jesús los resumió para nosotros a sólo dos: Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Y: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40) estos son imperativos divinos que debemos honrar cada día, ignorar estas directrices es evidencia de la ausencia del temor de Dios en nuestro corazón. No se trata únicamente de mostrar reverencia a Dios durante el culto público, sino de extender esa reverencia al prójimo que cruza nuestro camino, ofreciendo ayuda en lugar de tropiezo. Iglesia, detengámonos a reflexionar: ¿Acaso me estoy olvidando que Dios ve todas las cosas, que conoce cada palabra que pronuncio, cada acción que emprendo, cada pensamiento que alberga mi corazón?

Somos llamados a temer a Dios, actuando con verdad e integridad. El Señor no establece excepciones ni condiciones; Su Palabra es firme y constante. Deuteronomio 8:6 proclama con claridad el mandato de obedecer Sus mandamientos, de temer a Dios y seguir Sus caminos. No teman a las presiones del mundo, a las demandas de aquellos que buscan desviarlos del camino de la verdad. No teman a las opiniones ajenas, que buscan someterlos a caprichos, engaños y toda forma de pecado. Teman a Dios, y síganlo solo a Él. Porque el temor de Dios, Iglesia, es la condición indispensable para ser bienaventurados. Dios no demanda sacrificios vacíos, sino un corazón contrito y humillado que le tema. Y este temor implica andar en Sus caminos, amar y servir a Dios con todo nuestro ser, y obedecer Sus mandamientos. Si crees en Dios, si te consideras parte de Su pueblo, entonces tienes el deber sagrado de temerle. Este temor, hermanos, no es un destino, sino un peregrinaje. Es un aprendizaje diario, una dependencia creciente de nuestro Dios para andar en Su temor. Requiere oración constante, meditación en Su Palabra. ¿Acaso no es evidente, entonces, la necesidad de escudriñar nuestras Biblias cada día?

No temas a lo que el hombre pueda hacerte. No temas a lo que los demás piensen o digan. Preocúpate, por lo que Dios dice, por lo que Dios manda. Si has puesto tu mirada en Cristo, si has creído que Él es tu Salvador, entonces también debes creer que Él es tu Señor, Aquel que te enseña Su temor a través de Su Palabra.

Oración: Padre misericordioso, reconozco mi fragilidad y mi tendencia a apartarme de Tu camino. Te agradezco por Tu paciencia y Tu amor inagotable, que me persigue incluso en mis momentos de mayor rebelión. Te ruego que avives en mí el temor a Tu nombre, que me impulses a obedecer Tus mandamientos y a vivir en integridad delante de Ti. Líbrame del temor al hombre y de la búsqueda de la aprobación mundana. Ayúdame a mantener mis ojos fijos en Cristo, mi Salvador y Señor, quien me guía con Su ejemplo y me fortalece con Su Espíritu. Oh Señor que cada área de mi vida refleje Tu gloria y Tu verdad. Amén

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