Un llamado a la acción

Publicado el 11 de marzo de 2025, 5:14

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos” 2 Corintios 5:14-15

Hemos estado meditando acerca del temor de Dios. Y no se equivoquen, este no es un tema periférico, ¡es el corazón mismo de nuestra fe! Hemos visto en el Salmo 34 cómo el temor del Señor está intrínsecamente ligado a la confianza, al arrepentimiento genuino y a una consagración total a Él. No es una mera emoción, ¡es una postura del alma! Consideramos también a Isaac, un hombre que aprendió a caminar con Dios obedeciendo Su Palabra. Y recuerden, este mandamiento de temer a Dios no es solo para los tiempos de bonanza, ¡sino para cada día de nuestra vida, incluso en medio de la aflicción! Como el pueblo de Israel, sacado de Egipto, instruido en el desierto, también nosotros debemos aprender a temer a Dios.

Una vez más vuelvo a enfatizar: el temor de Dios no es un miedo servil a los hombres. ¡No! Es un temor reverencial, un asombro tembloroso ante la presencia del Dios Santo, Santo, Santo. Y andar en este temor, mis amigos, es la esencia de la vida de la Iglesia. En el pasaje que leímos el apóstol Pablo, nos ruega, nos suplica, ¡como si Dios mismo estuviera rogando a través de él! "Reconciliaos con Dios". Y este llamado, esta súplica apasionada, solo puede venir de alguien que conoce el temor del Señor. Y aquí está la clave: nosotros, los llamados a conocer el temor del Señor, ¡debemos trabajar arduamente para dar a conocer Su temor, Su verdad, Su gloria, Su asombro! Pablo lo dice sin rodeos: "Conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres". Pablo no temía a la gente, ¿verdad? No temía sus amenazas, sus opiniones, su "corrección política". ¡No! Él se enfrentaba a los falsos conceptos de su época, al poder de las tinieblas, ¡sin pestañear! ¿Por qué? Porque su vida ya no era preciosa para él. Cristo era su todo, su tesoro, su única posesión de valor. (Filipenses 1:21, 3:7-8) Su misión, su ambición ardiente, era mostrar a Cristo a todos, para que otros se enamoraran de Él, para que otros temieran a Cristo con reverencia y amor. "Conociendo el temor del Señor", dice, "persuadimos a los hombres para que se arrepientan antes del día del juicio".

2 Corintios 5:10 nos recuerda una verdad que a menudo olvidamos: ¡todos compareceremos ante el tribunal de Cristo! Y el temor del Señor debe llevarnos a recordar que Él es Santo, Santo, Santo, que no puede tolerar el pecado y que lo castiga. Y lo hizo, ¡en Su propio Hijo, Jesucristo! Cristo, el ejemplo perfecto del Temor del Señor (Filipenses 2:5-11) ¡Él es el único Señor a quien debemos temer y reverenciar ahora! Debemos aceptar Su obra de salvación ahora, dedicarnos a Él ahora, consagrarnos a Él ahora, y confiar en Su perdón eterno ahora. No sea que, por andar en incredulidad y perversidad, seamos apartados de Él en vergüenza perpetua (1 Juan 2:28). Pablo nos dice persuadimos a los hombres para que conozcan el amor de Dios. Pero, ¿cómo podemos entender el amor de Dios sin comprender Su ira santa? ¡La ira de Dios fue derramada sobre Su Hijo! ¡La maldición del pecado cayó sobre Él! (Gálatas 3:10) Por lo tanto, debemos considerar el gran amor de Dios (Juan 3:16), sabiendo que somos pecadores que merecen el infierno, pero que en Cristo hay perdón y vida eterna porque Él pagó nuestra deuda infinita contra el Santo Dios.

Ahora, ¿de qué manera tu y yo debemos persuadir a los que no han creído ni obedecido el Evangelio para que teman a Dios? Debemos hacerlo comprometiéndonos a vivir cada día para Él, confiando en la gracia que nos es dada por Su Santo Espíritu (2 Corintios 5:14-17) Oh amada Iglesia ¡Que el temor del Señor sea la fuente de nuestra persuasión y el fundamento de nuestra vida! Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏