
“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias” 2 Corintios 5:11
Pablo entendía que cada aspecto de su ser estaba expuesto ante la mirada penetrante de Dios. ¡No hay rincón oscuro donde podamos escondernos de Su omnipresencia! Y este conocimiento, lejos de paralizarlo, lo impulsaba a persuadir a otros a volverse a Cristo. Porque, verán, si vivimos coram Deo, delante del rostro de Dios, entonces nuestras vidas deben reflejar esa realidad.
Ahora, podríamos caer en la trampa de pensar: "Ah, pero Pablo era un apóstol, un gigante espiritual. Yo soy débil, lleno de imperfecciones. ¿Cómo puedo vivir de esta manera?" Y es aquí donde debemos recordar Filipenses 2:6-8: Cristo, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo. ¡Se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz! ¿Qué excusas podemos presentar, entonces, cuando nos negamos a obedecer? ¿Qué ídolos estamos abrazando con tanta fuerza que nos impiden seguir el ejemplo de nuestro Señor? Algunos dirán, "Es que la carne es débil." ¡Cierto! Pero olvidan la promesa de 2 Timoteo 1:7: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" El Espíritu Santo, es el poder que nos capacita para mortificar nuestra carne, para resistir la tentación y para vivir en obediencia a Dios.
Así que, hermanos, vivamos coram Deo. No con una obediencia perfecta – ¡solo Cristo pudo lograr eso! – sino con un corazón que anhela agradar a Dios en todo lo que hacemos. Reconozcamos nuestra total dependencia de Su gracia y confiemos en el poder del Espíritu Santo para guiarnos. Y recordemos Marcos 10:45: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos" Si el Rey de reyes se humilló para servirnos, ¿quiénes somos nosotros para creernos demasiado importantes para obedecer? Dejemos a un lado nuestro orgullo, sometámonos a la Palabra de Dios, y permitamos que el temor del Señor nos guíe a una vida de servicio y obediencia. Porque al final, como dice Hebreos 12:2, "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios" Miremos a Cristo, confiemos en Su promesa, y vivamos cada día coram Deo, en el temor y la reverencia que Él merece. Hoy podemos decir al Señor, ayuda mi incredulidad, perdona mi rebelión y mi iniquidad contra ti, y sí somos sinceros hoy también podremos escuchar Su voz asegurándonos Su perdón, y diciéndonos: “Te haré entender, y Te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré Mis ojos”, Salmo 32:8
Oración: Padre celestial, te agradecemos por el ejemplo perfecto de obediencia que encontramos en tu Hijo Jesucristo. Ayúdanos, por el poder de Tu Espíritu, a vivir cada momento coram Deo, con un temor reverencial y un deseo sincero de agradarte en todo lo que hacemos. Que nuestras vidas reflejen tu santidad y que podamos persuadir a otros a encontrar la salvación en Cristo. Amén
Añadir comentario
Comentarios
Amén 🙏🙏🙏