
¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia” Habacuc 1:2-4
Habacuc está enfrentando un dilema con el que muchos de nosotros podemos identificarnos. Desde lo profundo de su ser, clama al Señor, preguntando por qué parece que Dios está en silencio ante la violencia y la injusticia que rodean a Su pueblo. Su respuesta a Dios es un grito de desesperación: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás?” Habacuc había rogado a Dios por un avivamiento, que cambiara los corazones de su pueblo, que los llamara al arrepentimiento por la iniquidad, la violencia y la perversión de la justicia que reinaban en ellos. Pero, ¡cuán frustrante es cuando nuestras oraciones parecen caer en oídos sordos!
Sin embargo, la respuesta que Dios da a Habacuc es asombrosa y desconcertante: “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos” (Habacuc 1:5-6). ¿Cómo podría ser que el Señor usara a los caldeos, un pueblo pagano y corrupto, para juzgar a Su propio pueblo? Esta revelación solo aumentó la confusión en el corazón de Habacuc. En su angustia, el profeta se enfrenta a una paradoja que aún no puede resolver con la sabiduría humana. Sin embargo, en medio de su desconcierto, vuelve a lo que conoce: la naturaleza del carácter de Dios. Por ello él dice: “¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar” (Habacuc 1:12). Habacuc reconoce la soberanía de Dios y Su santidad. Él sabe que, aunque no comprende el plan divino, puede confiar en que Aquel que está en control no comete errores. Esta es una lección vital que nosotros también debemos aprender. A menudo, nuestras luchas y preguntas son intensas. Pero en medio de nuestras pruebas, debemos recordar la naturaleza de Dios. ¿Quién es Dios? ¿Es Él justo? ¿Es Él soberano? A veces, nuestra fe se tambalea porque limitamos nuestra visión a circunstancias, olvidando que Dios es mucho más grande que nuestro entendimiento.
El cristiano debe vivir su vida confiando en Su Salvador, viendo el mundo no a través de sus sentidos naturales, sino a través de los ojos de la fe. Aún en los momentos de confusión, entendemos que conocer a Dios y Sus caminos es fundamental. Sin este conocimiento, es imposible tener una fe que sostenga nuestras almas. Y sin fe, es imposible agradar a Dios. Por esta razón, es crucial que examinemos nuestras propias vidas. ¿Dónde estamos plantando nuestra confianza? ¿En nuestras habilidades, en nuestros trabajos, o en la justicia de Dios? Cuando enfrentamos dificultades, podemos caer en la trampa de pensar que estamos solos, que nuestras luchas son irrelevantes para Dios. Pero en realidad, Él está trabajando detrás de las escenas, y Su obra siempre es buena.
Oración: Amado Señor, tu Palabra dice que sin fe es imposible agradarte. Pero ¿cómo actuar con fe si no te conocemos ni conocemos Tus obras? Esa ignorancia destruye no solo nuestras vidas, sino también nuestros hogares. Oh Señor, perdóname por todas las veces que he rechazado o menospreciado ser instruido por Tu Palabra. Aumenta en mí el deseo de conocerte más profundamente y que el conocimiento de quién eres sea una fuente continua de paz y confianza en mi vida, permitiéndome descansar en la manera en que Tú decides hacer las cosas. Amén
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Amén 🙏🙏