Integridad en un mundo comprometido

Publicado el 26 de abril de 2025, 4:20

“Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses… Y cuando Salomón   era   ya   viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David… Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses” 1 Reyes 11:1-8

La historia de Salomón es un potente recordatorio del peligro que representa la transigencia. Esta actitud de tolerancia, consentimiento o aceptación de las opiniones y deseos de otros, a menudo en detrimento de nuestras propias convicciones, puede llevarnos a un camino destructivo. La transigencia es insidiosa; se infiltra en nuestras vidas sin que nos demos cuenta, y sus consecuencias son devastadoras.

Salomón comenzó con pequeñas concesiones. Dios le había advertido claramente acerca de no asociarse con naciones extranjeras ni hacer alianzas con ellas. Sin embargo, él decidió ignorar esas instrucciones. Traer caballos de Egipto pudo parecer un acto inocente, pero fue una concesión. Luego se casó con la hija de Faraón, un paso que lo llevó a ceder aún más en su compromiso con Dios. La búsqueda de buenas relaciones diplomáticas lo llevó a acumular cientos de esposas, y, lo más grave, permitió que ellas adoraran a sus ídolos. La caída de Salomón es un ejemplo escalofriante de cómo una pequeña concesión puede escalar hasta la ruina total. Llegó a construir un altar para Quemos, un ídolo abominable de los hijos de Amón, cuya adoración incluía el horrendo sacrificio de niños. Esta imagen es un sombrío testimonio de lo que puede suceder cuando comenzamos a transigir.

El principio es el mismo en nuestra vida diaria. Un pequeño compromiso puede conducirnos a un gran desastre. Muchas personas se rinden a la presión en diversas áreas: moralidad, principios, entretenimiento, hábitos... Y en lugar de ser faros de luz, se convierten en copias deformes de aquellos que les rodean, distanciándose de Dios y convirtiéndose en enemigos de Su voluntad. La transigencia nos lleva por un camino de tinieblas. Cuando permitimos que las opiniones y creencias de otros guíen nuestra vida en lugar de ceñirnos a lo que Dios dice en Su Palabra, es como poner la luz bajo un almud; la iluminación se extinguirá y las tinieblas se apoderarán de nosotros. Que nunca el deseo de estar en paz con los incrédulos nos lleve a caminar en oscuridad.

Oración: Señor, Tu Palabra dice que el que esté firme, mire que no caiga. Dame templanza y dominio propio para mantener firme mis convicciones en Ti. No quiero ceder a mis principios en aras de mantener relaciones. No deseo convertirme a los demás, sino que ellos se conviertan a la persona que Tú has hecho de mí. Amén.

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Comentarios

Shirley García
hace 4 días

Amén 🙏🙏

Yamileth
hace 4 días

Amén. Así mismo.