¿Rebeldía, Resignación o deleite?

Publicado el 29 de abril de 2025, 3:13

“Pero la serpiente era astuta la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?Génesis 3:1

En este pasaje recordamos el momento más determinante en la historia de la humanidad, un momento que nos revela cómo el diablo opera desde el principio. Desde el primer encuentro de la serpiente con Eva, se establece una estrategia que sigue siendo efectiva hasta el día de hoy: la distorsión de la imagen de Dios. Permítanme detallar dos formas en que podemos caer en la trampa del diablo en nuestra búsqueda de la santidad.

La primera forma es huir de la santidad por completo, como el hijo pródigo que se alejó de su hogar hacia aquella provincia apartada (Lucas 15:11-13). Esta es la opción deliberada, la decisión consciente de vivir en rebelión contra Dios, buscando satisfacción en el mundo en lugar de en el Padre. Esta huida es clara, y muchos se ven atrapados en ella, olvidando la belleza y la plenitud del hogar que han dejado atrás. Sin embargo, hay una segunda forma, quizás más sutil y peligrosa: buscar la santidad, pero hacerlo con resignación y amargura, como el hijo mayor en la parábola de Jesús. Él se quedó en casa, pero su corazón estaba lejos del deleite. “¡Qué costo tan alto tiene la justicia!” se decía a sí mismo, “Debo renunciar al placer en mi camino hacia el cielo” Y muchos hoy en día piensan así, convencidos de que la santidad es sinónimo de sacrificio, sin comprender que el verdadero gozo se encuentra en vivir en comunión con Dios.

Cuando observamos cómo la serpiente sedujo a Eva, es crucial entender que fue a través de una mentira: la serpiente distorsionó la imagen de un Dios amoroso y generoso, presentándolo como un ser tacaño que prohíbe el disfrute. Por medio de esta manipulación, el diablo dejó a Adán y a Eva con dos opciones: rebelarse y ser felices, u obedecer y ser miserables. Este es el engaño que muchos de nosotros hemos creído. Nos enfrentamos a la tentación de rechazar lo que es malo, pero no porque creamos que los caminos de Dios sean superiores, sino porque sentimos que simplemente debemos obedecer. El diablo no se preocupa por cuál de los dos caminos elegiremos, siempre y cuando permanezcamos en su mundo y sigamos creyendo sus mentiras sobre el carácter de Dios. No le importa si nos rebelamos o si “obedecemos” sin gozo, mientras nuestra percepción de Dios permanezca distorsionada.

Sin embargo, el cuadro cambia radicalmente cuando comenzamos a “probar y ver que el Señor es bueno” (Salmo 34:8), y descubrimos que Él es nuestro “gran gozo” (Salmo 43:4). Cuando nuestra visión de Dios es clara, nuestra búsqueda de la santidad se transforma. Aún habrá momentos de auto-negación y lucha contra el pecado, pero nunca más consideraremos que estamos intercambiando felicidad por santidad. En lugar de eso, encontraremos que la verdadera santidad está llena de gozo, y que la comunión con Dios es la fuente de nuestra mayor satisfacción.

Oración: amado Señor perdona si de algún modo te he obedecido creyendo que es la única forma para ser salvo, perdona si no ha habido gozo y deleite en mi corazón al dejar atrás lo que te ofende, si aún siento que he perdido por estar a Tu lado. Obra en mí, concédeme poder ver Tu hermosura y ser conmovido por Tu grandeza para que mi modo de vida sea un sacrificio vivo, Santo y de grato olor en tu presencia. Amén

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