La belleza del sufrimiento

Publicado el 7 de mayo de 2025, 4:35

Cuántos al encontrarse en la desesperación y han expresado: "Señor Jesús, te he entregado mi vida. He escuchado tus palabras sobre un yugo fácil y una carga ligera (Mateo 11:30). Prometiste paz y contentamiento (Filipenses 4:7, 11-13), pero lo que he recibido es dolor. Esto no es lo que esperaba de un Salvador bueno y fuerte. No puedo comprender por qué, si de verdad eres todopoderoso, no usas ese poder para hacer mi vida más llevadera. Si esto es lo que significa seguirte, entonces quizás deba renunciar a mi fe". Desafortunadamente, hay quienes han dejado todo atrás, incluso con expresiones mucho más fuertes y desalentadoras. No debería sorprendernos que algunos respondan de esta manera. Jesús predijo que habría creyentes superficiales que, al enfrentar la aflicción, se apartarían de la fe. En Marcos 4:17, nos avisa que aquellos sin raíz, cuando llegan las dificultades, pronto se ven arrastrados y caen.

A los discípulos, Jesús no les ofreció un camino de placeres, sino una misión clara. Les encomendó hacer discípulos, prometiéndoles un destino eterno en los cielos, pero advirtiéndoles que sería un camino de pruebas. A Pablo, en el camino a Damasco, le reveló: “Porque yo le mostraré cuánto debe padecer por mi Nombre” (Hechos 9:16). Así que cuando Pablo enfrentó sufrimientos en su obediencia, no se sintió engañado ni culpó a Dios. Aunque pidió liberación—y, en ocasiones, la obtuvo—Pablo nunca permitió que su dolor socavara su fidelidad. En 2 Corintios 12:8-9, relata: “Tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí, y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Imagínate la reacción que hoy podría suscitar una respuesta así: “Tu poder se manifiesta en mi debilidad, Jesús. ¡Soy yo el que sufre! ¿Y tú obtienes la gloria a través de esto?” Es inquietante considerar cuántos creyentes en este contexto responden a las dificultades de esta manera. Se frustran con Dios, porque son incapaces de ver que el sufrimiento puede ser el medio a través del cual Su gloria se magnifica en nosotros. Si realmente comprendiéramos que el propósito de Dios es demostrar Su gracia a través de nuestras pruebas, tal vez no estaríamos tan enojados. Es triste que hayamos sido adoctrinados en una mentalidad errónea: “Soy hijo de Dios, así que merezco vivir sin problemas”. Muchos creen que, porque Dios es soberano, Él está obligado a concederles todo lo que desean. Pero, ¿no es irracional un padre que le da a su hijo todo lo que pide solo porque tiene la capacidad de hacerlo?

La respuesta que dio Jesús a Pablo nos enseña mucho, y la reacción de Pablo también fue notable. Él afirmó que se regocijaría en sus debilidades para que el poder de Cristo pudiera manifestarse en él. “Por eso, me complazco en mis debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9-10) ¿Estamos dispuestos a tener esa misma actitud cuando pedimos sanidad o provisión? Esto es, en esencia, lo que significa ser cristianos: estar preparados para sufrir, si esa es la voluntad de Dios, para que Él reciba toda la gloria. No es locura, porque Él ya sufrió por nosotros para que pudiéramos tener la vida. La aspiración de un verdadero creyente debe ser magnificar a Cristo, y esto incluye aceptar el sufrimiento con la convicción de que, a través de nuestras tribulaciones, Su gloria se revela.

El sufrimiento no es el final de nuestras historias, sino un medio que Dios utiliza para perfeccionar en nosotros la imagen de Su Hijo. Iglesia que, al experimentar debilidades, podamos descubrir Su poder, y en medio del dolor, podamos vislumbrar la belleza de Su gloria. Al final, es Cristo quien tiene la última palabra, y es en Él donde encontramos la verdadera fortaleza y esperanza.

Oración: precioso Señor y Dios nuestro, te pertenecemos aun cuando no lo hayamos reconocido, Tú eres quien tiene el derecho y autoridad para decidir que permites y que no, Señor si nosotros podemos confiar en la buena voluntad de los hombres que son malos por naturaleza como no confiar en Tu buena voluntad al dirigir los acontecimientos de nuestra vida. Padre perdona nuestra incredulidad, perdona nuestra irreverencia y ayúdanos no sólo a creer sino también a estar satisfecho y agradecidos cualquiera que sea nuestra situación. Amén

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Comentarios

Yamileth
hace 2 meses

Ayúdanos señor.

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏