
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos” 1 Pedro 4:12-13a
Pedro nos llama a no sorprendernos por el fuego de prueba, sino a regocijarnos en medio de él, porque compartimos los padecimientos de Jesús. No es solo una opción, sino un mandato: en medio del sufrimiento, regocíjense. No se trata de un optimismo superficial, ni de una actitud en la carne. Es una respuesta sobrenatural, una manera de vivir que solo la gracia de Dios puede producir en los que son Sus hijos.
¿Alguna vez has experimentado urgencia por seguir regocijándote cuando la aflicción llega? La Escritura nos dice que no debemos hacerlo a pesar del sufrimiento, sino a causa de él. Estas palabras reflejan una verdad radical: los cristianos en medio del dolor no estamos en derrota, sino en victoria; no somos víctimas, sino vencedores en Cristo. Porque nuestro gozo no radica en las circunstancias, sino en la eternidad, en la gloria futura que nos espera. Dame otra vez la razón por la cual podemos “seguir regocijándonos”: porque el sufrimiento no es una sorpresa para Dios, sino parte de Su plan soberano. No es sin sentido, sino que tiene un propósito: la purificación de Su pueblo. Como Pedro lo dice claramente, el fuego de prueba es parte del amor de Dios por nosotros, para limpiarnos de lo que deshonra Su nombre. Dios odia el pecado, pero nos ama con un amor tan grande que no reparará en dolor para librarnos de todo lo que nos aleja de Él.
Y no olvidemos que nuestros sufrimientos como cristianos se unen a los de Cristo mismo. La unión con Él en el sufrimiento es garantía de que estos momentos hacen que la gloria de Su venida se vuelva aún más maravillosa para nosotros. Si nos amargamos ante el dolor, ¿cómo estaremos preparados para alegrarnos ante la revelación de Su gloria? La respuesta es simple: si en medio del sufrimiento nos regocijamos en Dios, entonces estamos mostrando con nuestra actitud que Él es la mayor alegría y la verdadera satisfacción de nuestro corazón. Pedro nos exhorta además a glorificar a Dios en nuestro sufrimiento. ¿Qué significa eso? Que, mediante nuestras acciones, actitudes y palabras, evidenciamos que Dios es precioso, valioso y digno de nuestro mayor honor. La mejor manera de demostrar que Dios satisface nuestros corazones es seguir gozándonos en Él, incluso cuando todo parece desvanecerse. Cuando lo hacemos, mostramos que Él, y no otra cosa, es en realidad nuestro tesoro supremo.
Y finalmente, debemos estar conscientes de que el sufrimiento y la muerte nos alcanzarán a todos. La gran realidad de la vida es que, tarde o temprano, compareceremos ante Dios. Algunos se enfrentarán a ese instante temblando, preguntándose si su vida estuvo a la altura… pero para los que han confiado en Cristo ese encuentro será una ocasión para glorificar a Dios —porque confiaron en Su fidelidad, en Su gracia, y en la promesa de la vida eterna. Nuestro corazón debe estar puesto en esa gloria futura, en esa recompensa eterna que nos aguarda. No temamos a la muerte ni al juicio, sino regocijémonos en el Señor, llevando esa esperanza en nuestro corazón y viviendo en respuesta a Su fidelidad. Porque en medio de las pruebas, Él nos llama a seguir confiando en Su soberanía, a seguir brillando con Su gloria, y a seguir regocijándonos en Él, la verdadera fuente de nuestra alegría.
Oración: oh Señor que he de rogar a Ti en este momento sino solamente gracia para estar absolutamente satisfecho en Ti aun cuando todas las demás cosas que sostienen mi gozo desaparezcan y gracia para vivir para Tu gloria, confiando en Tu amor en todo tiempo y circunstancia. Amén
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Comentarios
Amén 🙏🙏🙏
Amén, Gloria a Dios y gracias a Nuestro señor Jesucristo que nos da la victoria